En la anterior entrada «Colesterol y salud cardiovascular», se analizó diferentes aspectos relacionados con el nivel plasmático del colesterol y la ingesta de este y su relación con la salud cardiovascular.
En el presente artículo se mostrará la relación entre hidratos de carbono (HC) refinados y grasas hidrogenadas con la Enfermedad Cardiovascular (ECV).
Hidratos de carbono refinados
Los HC refinados son aquellos que han sido procesados del medio natural del que procede. Es el caso de las harinas, el azúcar o el jarabe de maíz que se obtienen del procesado de su fuente original.
Los HC refinados tienen mayor índice y carga glucémica, lo que provoca un aumento de la secreción de insulina que actúa transportando la glucosa sanguínea al tejido muscular y el hígado y estimulando la lipoproteína lipasa LPL cuya función es la de almacenar grasa en el tejido adiposo.
El incremento del refinado de los cereales y su consumo en las últimas décadas coinciden con el incremento de la obesidad, diabetes y ECV.
Una dieta con alimentos con alta carga glucémica se asocia con un mayor riesgo de enfermedades del corazón, y hay una relación dosis-respuesta lineal entre la glucemia y el riesgo cardiovascular (1, 2).
La ingesta de hidratos de carbono refinados elevan los riesgos de padecer ECV, especialmente en mujeres (3, 4) no así con los granos enteros sin refinar, ya que este proceso es el que incrementa el índice glucémico del alimento (2, 5) siendo esto especialmente acusado cuando está acompañado de un estilo de vida sedentaria (6). Sin embargo, cuando se sigue una dieta con alimentos de índice glucémico bajo, se reduce el riesgo de enfermedad coronaria (7).
Los resultados de estas revisiones y meta-análisis ponen de manifiesto una asociación significativa entre la ingesta de hidratos de carbono refinados y las ECV, y que el incremento de su uso en las dietas de los países occidentales puede haber contribuido en gran medida en el incremento de los índices de obesidad, diabetes, hipercolesterolemia y en definitiva, todas las enfermedades asociadas al síndrome metabólico.
Pero el uso de HC refinados pueden no ser los únicos causantes alimentarios de las mencionadas patologías. Las grasas hidrogenadas creadas a partir de la hidrogenación de grasas vegetales, con el objetivo de alargar la vida de los productos procesados, parecen tener efectos muy nocivos para el sistema cardiovascular y la salud en general.
Grasas hidrogenadas
La hidrogenación se realiza bajo presión y temperatura, y en presencia de un catalizador metálico, inyectando gas de hidrógeno en el aceite.
En estas condiciones, los dobles enlaces de los ácidos grasos insaturados experimentan varias modificaciones estructurales, el doble enlace puede ser hidrogenado y transformado en un enlace simple (saturado), la localización del doble enlace puede ser modificada y el doble enlace puede cambiar su configuración espacial, dando origen a ácidos grasos trans (8).
Los ácidos grasos trans que componen las grasas hidrogenadas se originan de manera natural mediante el proceso de hidrogenación, que transcurre en el estómago de los rumiantes y es llevada a cabo por la flora microbiana pero en general los ácidos grasos más comunes son aquellos con conformación cis.
El incremento en la utilización de grasas hidrogenadas en la industria alimentaria ha provocado un aumento de la ingesta de ácidos grasos trans, lo que puede estar provocando graves problemas de salud.
Entre los efectos negativos asociados a su consumo, se encuentra una pérdida funcional de las propiedades de los ácidos grasos esenciales (9). La alteración del metabolismo de los ácidos grasos esenciales produce cambios en la composición de fosfolípidos de la arteria aorta, lo cual es un factor de riesgo para el desarrollo de ECV (10).
Diversos estudios indican que incrementa las concentraciones de LDL comparado con los ácidos oléico y linoleico (11, 12), por lo tanto, una disminución en su consumo puede acarrear una disminución del LDL (13) sin que existan evidencias de cambio en el nivel de HDL (14, 15). Otro estudio indica que estos ácidos grasos provocan un incremento en la relación colesterol LDL/colesterol HDL aproximadamente el doble al originado por las grasas saturadas (16).
También pueden atribuirse a estos, incremento en los niveles de Lipoproteína (a), que transportan colesterol (14, 17).
La relación de la ingesta de ácidos grasos trans y su relación con la ECV ha sido muy estudiada, dando paso una base muy sólida sobre el riesgo para la salud cardiovascular que presenta su ingesta (18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36) recomendando reducir al máximo su ingesta y sustituir por otro tipo de aceites (37), ya que este tipo de ácidos grasos pueden ser nocivos para la salud cardiovascular, destacando su rol en las mujeres (19).
El estudio TRANSFAIR llevado a cabo en 14 países del oeste de Europa aconseja la disminución de la ingesta de dichos ácidos grasos (38, 39, 40, 41); también la recomiendan Dlouhy et al (42).
El Panel de científicos sobre Productos Dietéticos, Nutrición y Alergia, de la AESA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), corroboró estos hallazgos, y llegó a la conclusión de que los efectos de los ácidos grasos transsobre la salud cardiovascular son muy negativos (43).
En USA, la Food and Drug Administration ha prohibido el uso de este tipo de ácidos grasos a partir de 2018, con el objetivo de evitar miles de fallecimientos por ECV, tras la revisión de 66 artículos, entre los que se encuentran diferentes meta-análisis (44).
Conclusión
Esta revisión ha trabajado en dos líneas. En la primera se analizaba el rol del colesterol y sus niveles, llegando a la conclusión de que niveles bajos de LDL o colesterol total, pueden no solo no aportar beneficios, sino conllevar otros problemas derivados, por lo tanto, deberían ser restringidos a personas con patologías coronarias previas.
Además, resaltar como mejor predictor el LDL-P y el desajuste metabólico y no el LDL o colesterol total.
En la segunda, se revisó la bibliografía sobre la ingesta de grasas saturadas, hidratos de carbono refinados y grasas hidrogenadas y su relación con la ECV, donde los resultados indican que parece haber mayor evidencia sobre el papel de las dos últimas, no solo con la ECV, sino en otros problemas de salud, como son aquellos relacionados con el síndrome metabólico.
Por último, hay que tener en cuenta que el incremento de los niveles de obesidad, hipertensión, diabetes y patologías cardiovasculares coincide temporalmente con el incrementos del consumo de cereales refinados y con la irrupción de las grasas hidrogenadas por parte de la industria alimentaria en las últimas décadas, mientras que la ingesta de grasas saturadas ha estado presente desde la propia existencia del ser humano, lo que puede servirnos de indicador para identificar el papel que juegan en la alimentación de los países desarrollados estos tres macronutrientes.
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