Este artículo tiene como principal objetivo analizar la importancia del ejercicio físico en personas con Síndrome de Down.
¿Qué es el síndrome de down?
El síndrome de down consiste en una alteración genética de la trisomía del cromosoma 21 y es la causa más frecuente de retraso en el desarrollo (1).
El síndrome de Down implica discapacidad intelectual, problemas del desarrollo motriz y fisiológico y de la salud del individuo.
Normalmente estas alteraciones orgánicas se dan durante el desarrollo del feto, por lo que el diagnóstico puede realizarse en el momento del nacimiento (2).
Del mismo modo que para la población general, la esperanza de vida en las personas con síndrome de down se ha incrementado.
En 1929 era de nueve años, aumentó a 12 años en 1949, a 35 años en 1982, y ha llegado a ser de hasta 55 años y más actualmente. Esta situación ha provocado que aumenten los problemas de salud asociados con la edad (16).
Los jóvenes con síndrome de Down poseen niveles de sedentarismo incluso superiores a los de los jovénes de la población general, pero los datos en adultos son muy escasos.
No obstante, los perfiles físicos y psicosociales de una persona con síndrome de Down, así como su entorno de residencia, su vivienda y su grado de integración en la comunidad pueden influir de manera significativa en su conducta sedentaria (4).
Las causas de muerte de las personas con síndrome de down están relacionadas con un bajo rendimiento físico, obesidad y alteraciones cardiovasculares adquiridas y heredadas (4).
Alteraciones fisiológicas y estructurales en personas con síndrome de down
A continuación analizamos las alteraciones más comunes en personas con síndrome de down.
Obesidad
Las personas con síndrome de down tienen una tasa metabólica basal mucho menor, lo que contribuye al sobrepeso y la obesidad.
Tanto en niños como en adultos la tendencia a la obesidad se desencadena por factores como el hipotiroidismo y niveles altos de leptina. En torno al 46% de las personas con síndrome de down no participan en las actividades físicas propias de su edad (5).
Además, se ha comprobado que la obesidad se vincula con un incremento en los mediadores de la inflamación (citoquinas proinflamatorias y proteínas de fase aguda) que, a su vez, están relacionados a la fisiopatología de múltiples alteraciones metabólicas, además de la obesidad (6).
Hipotiroidismo
La disfunción tiroidea más común en el síndrome de down es el hipotiroidismo. Se da entre el 20-28% de los niños con síndrome de down y hasta en el 40% de los adultos (9).
Entre los síntomas asociados al hipotiroidismo, se pueden destacar los siguientes (10):
- Astenia.
- Adinamia.
- Reducción de la motivación.
- Sobrepeso.
- Estreñimiento.
- Bradicardia.
Estos síntomas condicionan, en gran medida, el sedentarismo en las personas con síndrome de down.
El hipotiroidismo no tratado puede afectar a las habilidades cognitivas y llevar a un diagnóstico erróneo de Alzheimer temprano. Por ello, es imprescindible monitorizar este riesgo periódicamente (4).
Sistema cardiovascular
El síndrome de down se relaciona con anomalías cardíacas de tipo estructural. Entre el 46% y el 17% de los adolescentes y adultos sufren prolapso de la válvula mitral, aun sin presentar enfermedad cardíaca previa.
Por ello, las personas con síndrome de down deben tener una evaluación cardiológica previa a su participación en un programa de ejercicio físico (16).
Entre los síntomas del prolapso de la válvula mitral se pueden destacar la fatiga, irritabilidad, disnea, entre otros.
Los adultos con síndrome de down poseen una menor capacidad cardiovascular que sus iguales sin síndrome de down y como consecuencia, tienen un consumo de oxígeno mayor, una ventilación por minuto superior y una frecuencia cardíaca mayor durante la realización de ejercicio físico (17, 18).
Otras características del síndrome de down que se asocian con esa menor capacidad cardiovascular son un bajo porcentaje de masa muscular, la baja fuerza, la hipotonía y la menor capacidad de respuesta simpática (frecuencia cardíaca y ácido láctico) al ejercicio.
Ello provoca una baja adherencia de la personas con síndrome de down al ejercicio físico (11).
Alteraciones musculoesqueléticas
A nivel musculoesquelético, es importante considerar que las personas con síndrome de down tienen bajo tono muscular (hipotonía), hiperlaxitud e hipermovilidad de las articulaciones, particularidades que los predisponen a las luxaciones y subluxaciones articulares. Además, poseen una mala postura como consecuencia de la hipotonia axial e hipercifosis dorsal (16).
Según un estudio realizado recientemente (12), una de las alteraciones más comunes en el síndrome de down es el pie plano flexible, que se da en un 91% de los casos. Otras que se pueden dar, pero con menor incidencia, son la artritis inflamatoria (7%) y la escoliosis (4,8%).
La inestabilidad atlantoaxial se da en el 17% de las personas con síndrome de down, la cual se produce por laxitud entre la primera y la segunda vértebra cervicales, y puede dar lugar a una subluxación atlantoaxial y, en consecuencia, se incrementa el riesgo de padecer lesión neurológica.
Por ello, es esencial evaluar si se da o no esta condición antes de participar en actividades que impliquen contacto físico (13).
Osteoporosis
La probabilidad de padecer osteoporosis es mayor en el síndrome de down. Esto se debe a diversos factores, tales como la hipotonía muscular, bajos niveles de actividad física, menopausia precoz en las mujeres, la disminución en la fuerza y las alteraciones tiroideas (7).
Existe menor densidad mineral ósea en personas con discapacidad intelectual que en aquellas no afectadas.
Por tanto, la fragilidad ósea y las fracturas asociadas con la osteoporosis se incrementan proporcionalmente con la edad y con el aumento en la esperanza de vida. Además, hay estudios que demuestran que las personas con síndrome de down poseen un mayor riesgo de caídas (8).
Beneficios del ejercicio físico en personas con síndrome de down
La realización de ejercicio físico puede reportar importantes beneficios a la personas con síndrome de down, entre los que se pueden destacar los siguientes (14, 15, 16):
- Se incrementa la fuerza, el equilibrio y la agilidad, sobre todo en los miembros inferiores.
- Mejora la frecuencia cardíaca.
- Se produce una optimización de la densidad mineral ósea.
- Aumenta la masa muscular.
- En aquellas actividades físico-deportivas de equipo se favorece el sentido de pertenencia a un grupo.
- Se estimula la capacidad de concentración y la memoria.
- Se previene la obesidad y la osteoporosis.
- Puede disminuir la presión arterial.
- Reduce los niveles de colesterol LDL y aumenta los niveles de colesterol HDL.
- Mejora la tolerancia a la glucosa.
- Se reduce el riesgo de cardiopatía isquémica.
Tipo de ejercicio físico para personas con síndrome de down
A nivel general, se recomienda en las personas con síndrome de down realizar ejercicios aeróbicos (caminar, trotar, nadar, montar en bicicleta estática, aeróbic de bajo impacto, etc.), siendo más efectivas las sesiones con una duración entre 30 y 45 minutos que las sesiones de 15 a 20 minutos (11).
La intensidad debe estar comprendida entre el 60%-80% de la frecuencia cardíaca máxima, realizando este tipo de ejercicio físico entre 3 y 5 días a la semana.
Todo ello bajo la supervisión de profesionales de la actividad física y el deporte, llevando a cabo una correcta progresión e individualización del ejercicio físico que se propone (16).
En cuanto al entrenamiento de fuerza, es aconsejable trabajarlo en forma de circuito, donde se incluyan estaciones de dos minutos con descansos de 30-60 segundos entre estaciones, incluyendo ejercicios que involucren a los principales grupos musculares.
Se pueden llevar a cabo ejercicios con bandas elásticas, balones medicinales, mancuernas o el propio peso corporal (19).
También, es importante realizar ejercicios de equilibrio y propiocepción, así como incrementar su NEAT a través de labores domésticas, tareas de jardinería o ejercicios aeróbicos de baja intensidad (subir las escaleras en lugar de coger el ascensor, ir andando a hacer la compra, etc.) (15).
Conclusión
Las personas con síndrome de down sufren diversas alteraciones a nivel fisiológico y estructural que, en parte, pueden ser paliadas mediante la realización de ejercicio físico correctamente pautado.
Dicho ejercicio físico repercute de forma positiva en la salud física y mental de las personas con síndrome de down, disminuyendo la probabilidad de aparición de enfermedades relacionadas con el sedentarismo y, por tanto, mejorando su calidad de vida.
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