Las carreras de larga distancia (más de 3000 metros) son aconsejadas para mantener un nivel de vida saludable (1).
Sin embargo, entre el 37% y el 56% de corredores aficionados que participan en carreras de larga distancia sufrirá una lesión relacionada con su práctica deportiva cada año (2).
Algunos de los “predictores” de las lesiones en el tren inferior son el correr más de 65 km a la semana (40 millas) y haber tenido anteriormente una lesión en el tren inferior (3,4).
Investigaciones recientes
Una reciente y completa investigación (5) reseñó que la incidencia de lesiones producidas en corredores de larga distancia era mayor en la rodilla (7% – 50%), seguida por la pierna (9% – 32%) y finalmente el pie (5,7% – 39,3%).
La gran mayoría de las molestias a nivel esquelético, musculo-tendinoso y vascular pueden ser explicadas por conceptos anatómicos y biomecánicos básicos (6). Además de estos métodos, nuevas herramientas (como los estudios sobre la carrera) han ido surgiendo para tratar e intentar prevenir este tipo de lesiones (7).
Biomecánica de la carrera
Existen tres fases o movimientos durante la marcha en la carrera: el apoyo (gait), la oscilación o balanceo (swing) y la recuperación (float) (7). Un apoyo adecuado durante la carrera es fundamental para absorber el impacto contra el suelo; una excesiva o insuficiente pronación o supinación modifica la estructura de la cadena cinética (músculos, ligamentos, tendones y huesos) pudiendo provocar la aparición de lesiones (8).
A continuación se resumen las lesiones más comunes en corredores de larga distancia:
Síndrome de estrés medial de la tibia
Este síndrome es una periostitis causada por una tracción anormal del flexor profundo (9) y/o los músculos del sóleo (10). La evidencia anatómica sugiere que tanto el sóleo como la banda aponeurótica conecta la parte medial del sóleo a la parte posteromedial de la tibia y puede producir una tracción al periostio cuando éste se contrae y se estira (11).
Esta lesión está asociada a un desequilibrio de la presión que sufre el pie, a una pronación excesiva (que aumenta según la intensidad y la duración del entrenamiento) y a un terreno irregular (12,13).
Tratamiento de la lesión
El tratamiento de esta lesión normalmente incluye el descanso y el entrenamiento de bajo impacto como pedalear en una bicicleta estática y la carrera en el agua (aquarunning) (14). Desafortunadamente, actualmente no se ha demostrado ningún método eficaz para prevenir esta lesión (16).
Fractura por estrés de tibia y peroné
Frecuentemente, en corredores, las fracturas por estrés en la extremidad inferior ocurren en el eje de la tibia y representan el 50% de todas las fracturas por estrés en atletas (17). Sin embargo la rotura del peroné por estrés es menos común y representa del 4,6% al 21% de todas las fracturas por estrés en atletas (18,19).
El mecanismo de la lesión pueden ser las contracciones repetidas de la flexión plantar del tobillo (17). Las fracturas por estrés del peroné ocurren normalmente alrededor del eje del propio hueso, a 5-6 cm de la parte proximal al maléolo lateral (20).
Los factores de riesgo en las fracturas por estrés de la tibia en corredores masculinos son difíciles de predecir. Sin embargo, la baja densidad mineral ósea, la cantidad de masa magra en el tren inferior y la dieta baja en grasas están asociadas con fracturas por estrés en mujeres corredoras (21).
Tratamiento de la lesión
Las fracturas por estrés de tibia y peroné a menudo siguen a un período de descanso de 4 a 8 semanas (17,22). La terapia de ondas de choque extracorpóreas puede mejorar el tratamiento y la recuperación de estas fracturas (19,23).
La intervención quirúrgica no garantiza la curación y puede llevar a complicaciones como una infección y dolor en el lugar donde se inserta el clavo o en la fase final de la curación de la fractura (24).
Rotura del gastrocnemio-sóleo
Los músculos sóleo y gastrocnemio son normalmente sometidos a una gran tensión debido a su complejidad estructural (25), y representan el 3,6% de todas las lesiones que tienen lugar en deportes como el fútbol (26). La lesión en la cabeza medial del gastrocnemio es causada por la realización de una flexión plantar del pie con la rodilla en extensión (27).
Algunos estudios indican que esta lesión se produce durante la toma de contacto durante la zancada. Además, se asocia a velocidades de carrera altas o muy altas y con una postura corporal inadecuada, lo que hace que se altere la longitud muscular y la absorción de los impactos (28).
Tratamiento de la lesión
Normalmente esta lesión no requiere de cirugía y se suele aplicar hielo, analgésicos y una férula inmovilizadora, dependiendo de la duración de la lesión. En rupturas muy severas, la inmovilización en una posición de flexión plantar durante 3 semanas, seguido de una inmovilización en una posición neutra otras 3 semanas puede ser suficiente (27).
Síndrome del atrapamiento de la arteria poplítea
Las alteraciones en la estructura normal del tren inferior puede causar la compresión de la arteria poplítea. Por razones que se desconocen, los hombres tienen una mayor probabilidad de sufrir esta lesión (18).
La mayoría de los casos de compresión de la arteria poplítea son causados por alteraciones anatómicas que se forman durante las fases embrionarias de desarrollo (29) e incluyen una anomalía de la cabeza medial del gastrocnemio dentro de la escotadura intercondílea (30) y en el transcurso de la arteria poplítea (31).
Tratamiento de la lesión
Debido a la naturaleza progresiva de esta lesión, el tratamiento no quirúrgico tiene una capacidad limitada (7). Es por ello que en ocasiones sea necesario llevar a cabo el tratamiento quirúrgico (32,33). La descompresión de la lesión mediante la división de la cabeza medial del gastrocnemio es a menudo necesaria psara prevenir la recaída (34,35).
Conclusiones
Las fracturas por estrés de la tibia, el síndrome de estrés tibial, el síndrome de atrapamiento de la arteria poplítea y la rotura del sóleo son lesiones comunes que tienen lugar en corredores de larga distancia y otros atletas (7).
Si bien no existe una evidencia clara sobre cómo prevenir estas lesiones, la mayoría se pueden tratar con éxito al tener en cuenta las causas anatómicas y biomecánicas subyacentes que producen la lesión (7).
Las fracturas por estrés de la tibia y las roturas del sóleo suelen ser tratadas de forma eficaz con reposo relativo y una terapia reeducacional. Sin embargo, el síndrome de atrapamiento de la arteria poplítea normalmente requiere una intervención quirúrgica (7).
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