En el presente artículo analizaremos la motricidad fina y gruesa en los niños y niñas. Antes de profundizar en estos dos términos de motricidad fina y gruesa, tenemos que saber que la actividad física y con ello la Educación Física, es fundamental para el desarrollo temprano de cada niño y afecta mucho en los aspectos de salud del joven (1).
Las OMS propone que los niveles más altos de actividad física en niños en edad escolar estén asociados con importantes beneficios para la salud a corto y largo plazo en dominios físicos, emocionales, sociales y cognitivos a lo largo de la vida (2, 3).
Por tanto, es fundamental integrar la actividad física en la vida de los niños y establecer bases para facilitar el aprendizaje y mantener además un estilo de vida saludable y activo durante la edad adulta.
El echo de fomentar la actividad física, la psicomotricidad y la motricidad fina y gruesa en la primera infancia ayuda a desarrollar habilidades motoras y a mejorar de igual modo el rendimiento académico (4).
Tipos de motricidad: motricidad fina y gruesa
La motricidad fina y gruesa hace referencia al control que el ser humano es capaz de ejercer sobre su propio cuerpo.
La motricidad es una capacidad que se relaciona con el desarrollo de movimiento y gestos específicos. En el caso de la motricidad gruesa hace referencia a todos aquellos movimientos motrices más complejos y globales como correr, saltar, caminar, girar, lanzar objetos, etc.
La motricidad fina en cambio, hacer referencia a todas aquellas actividades que requieres de la coordinación óculo-manual y la coordinación de músculos específicos (recortar figuras con una tijera, agarrar el lápiz para dibujar, etc).
El desarrollo de esta psicomotricidad y la motricidad fina y gruesa es primordial para la adquisisicón de habilidades, por lo tanto, es importante estimular dicho desarrollo en las primeras etapas de la educación.
Neurociencia y motricidad fina y gruesa
Hoy en día, los avances en neurociencia han generado un progreso sustancial en la conexión del ejercicio con la estructura cerebral y el desarrollo cognitivo (5).
La actividad física tiene un efecto positivo en las funciones cognitivas que se debe en parte, a los cambios fisiológicos en el cuerpo.
Por ejemplo, el incremento de los niveles de factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) puede facilitar el aprendizaje y mantener las funciones cognitivas al mejorar la plasticidad sináptica y servir como agente neuroprotector, lo que conduce a una mejor actividad neuroeléctrica y una mayor circulación cerebral (6).
Psicomotricidad en la Educación: motricidad fina y gruesa
La psicomotricidad ocupa un lugar muy relevante en la etapa de Educación Infantil, ya que está demostrado que en la primera infancia existe una gran interdependencia en el desarrollo motor afectivo e intelectuales.
La teoría de Piaget afirma incluso que la inteligencia del niño/a se construye a partir de la actividad motriz que este realiza. Por tanto en los primeros años de la educación del niño, hasta los 6-7 años de edad aproximadamente, la educación es psicomotriz porque todo el conocimiento y aprendizaje parte de la propia acción del niño sobre el medio y las experiencias.
La motricidad fina y gruesa es el dominio que el ser humano es capaz de realizar sobre su propio cuerpo. Es algo integral ya que intervienen todos los sistemas del organismo.
Esta motricidad manifiesta todos los movimientos del ser humano. Dichos movimientos determinan el comportamiento motor de los niños desde lo 0 a los 6 años mediante las habilidades motrices básicas (7).
Motricidad gruesa
La adquisición de habilidades de carácter grueso se concibe como un proceso sistémico, en donde la percepción visual y la ejecución de movimientos influyen de forma recíproca.
Las motricidad gruesa implica los grandes movimientos del cuerpo, de carácter más global, como por ejemplo: el salto, la carrera y la marcha. Dichos movimientos se mejorar de forma progresiva a lo largo de la Etapa de Educación Infantil.
Etapa de 0 a 6 meses
En esta etapa existe una dependencia completa de la actividad refleja, en especial la succión. Si nos vamos hacia los 4 meses, comienzan a los movimientos de carácter voluntario, debido a los estímulos externos.
6 meses a 1 año de vida
Se caracteriza por la organización de las nuevas posibilidades de movimiento. Se puede denotar una movilidad mayor que se va integrando con la elaboración del espacio y tiempo. Muy ligada con el tono muscular y la maduración específica del proceso de crecimiento.
1 a 2 años de vida
Sobre el año de vida, el niño/a ya consigue andar de forma autónoma y puede subir escalones con cierta ayuda. Al llegar a los 2 años de vida ya consigue correr y saltar con los pies juntos. Además, se pone en cuclillas y aparecen nuevas especificidades en el movimiento.
3 a 4 años de vida
En esta etapa ya se consolida lo adquirido hasta entonces. Ciertas habilidades motrices básicas como correr se consolidan y ya experimenta nuevas experiencias como andar de puntillas, subir escaleras sin ayuda ni apoyos, etc.
5 a 7 años de edad
Aparece el equilibrio en una fase muy importante, en esta edad se va adquiriendo total autonomía. Se automatizan los conocimientos adquiridos hasta este momento y se perfeccionan.
A partir de los 7 años
Es a partir de los 7 y 8 años de edad cuando la maduración se completa, por ello, a partir de este momento y hasta finalizar la Educación Primaria (12 años), es el momento más adecuado para realizar actividades que favorezcan el equilibrio y la coordinación de movimientos.
Según el pedagogo Carlos Plana, defiende que es en estas edades en donde se deben fomentar las habilidades motrices básicas y una vez estas se se consoliden, perfeccionarlas con las actividades predeportivas.
Motricidad fina
El control de dicha motricidad hace referencia a la coordinación de las funciones de carácter neurológico, esquelético y muscular.
Constituye un refinamiento más específico del control de los movimientos gruesos y por tanto, se demora más en el tiempo su desarrollo y expresión. Es más, el control de esta motricidad fina es uno de los elementos que se emplean para precisar la edad de desarrollo que tiene un niño o niñas.
La motricidad fina implica precisión, eficacia y armonía. También puede definirse como todas aquellas acciones del ser humano en cuya realización se relaciona la intervención óculo-manual como antes anticipábamos. Aunque se incluye también la interacción óculo-pédica (7).
0 a 12 meses
No tienen control óculo-manual, pero hacia el final del año de vida, ya aparece ciertos inicios de control sobre sus manos (tocar la palma, cerrar el puño, etc).
Este último movimiento hace referencia a un reflejo inconsciente llamado «reflejo Darwininsta» y desaparece a los 3-4 meses. Por tanto en este momento, puede agarrar un objeto puesto en la mano pero sin ningún conocimiento voluntario.
La coordinación óculo-manual comienza a desarrollarse a partir de los 3-4 meses, comenzando así un nuevo periodo llamado ensayo-error, al ver los objetos e intentar cogerlos. Finalmente sobre el quinto mes, ya consiguen coger un objeto dentro de su alcance.
El logro de motricidad fina más relevante de esta etapa, aparece a partir de los 12 meses, es el conocido por coger cosas empleando los dedos como tenazas (pellizcado).
1 a 3 años de edad
La propia curiosidad y el desarrollo del niño/a hace que se atreva a manipuar objetos de un modo cada vez más complejo.
Los dibujos que se ejecutan son garabatos, pero comienzan a realizar figuras más o menos circulantes que les servirán de patrón para ejecutar dibujos más complejos.
3 a 5 años de edad
En esta etapa comienzan a experimentar un salto evolutivo motriz importante. Comienzan con un mayor control del lápiz y dibujan figuras humanas, animales y demás con trazos simples.
Pero es hacia el final de esta etapa, cuando ya disponen de un mayor dominio óculo-manual. En el manejo de tijeras, plastilina, etc.
5 años de edad
A partir de los 5 años de edad los niños/as consolidan y avanzan notablemente más allá del desarrollo logrado en la anterior etapa. Perfeccionan lo adquirido con anterioridad.
Ya cortan y pegan con criterio y son capaces de abrochar botones pequeños y tener un mayor control motriz en tareas de carácter rutinario.
Importancia de la motricidad fina y gruesa
Como podemos ver, el desarrollo de la motricidad fina y gruesa están muy ligados con el enriquecimiento de la enseñanza y el aprendizaje de los niños en el ámbito académico.
Por tanto, el desarrollo de la motricidad fina y gruesa se torna fundamental desde las etapas de preescolar y Educación Infantil, realizando un trabajo interdisciplinar entre el/la tutor/a de dicha etapa y el profesional que imparta psicomotricidad en dichas etapas.
La Educación Física juega un importante papel también en edades tempranas, tanto para el desarrollo de la motricidad fina y gruesa como para el establecimiento de rutinas y hábitos que se verán reforzados en la Educación Primaria.
Referencias bibliográficas
- King G., Law M., King S., Rosenbaum P., Kertoy M. K., Young N. L. A conceptual model of the factors affecting the recreation and leisure participation of children with disabilities. Physical & Occupational Therapy in Geriatrics. 2003;23(1):63–90.
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- Timmons B. W., Leblanc A. G., Carson V., et al. Systematic review of physical activity and health in the early years (aged 0–4 years) Applied Physiology, Nutrition, and Metabolism. 2012;37(4):773–792.
- Donnelly J. E., Hillman C. H., Castelli D., et al. (2016). Physical Activity, Fitness, Cognitive Function, and Academic Achievement in Children. Medicine & Science in Sports & Exercise. 48(6):1197–1222.
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- Le Boulch, J. (1995) “El desarrollo psicomotor desde el nacimiento hasta los 6 años”.motricidad fina y gruesa Consecuencias Educativas. Ediciones Paidós, Barcelona.