La psicología ha demostrado en numerosas ocasiones que el castigo no siempre es efectivo cuando queremos corregir una conducta entre nuestros hijos/as o alumnos/as.
El principal objetivo que concierne a la educación es consolidar en los jóvenes conductas positivas y eliminar las más negativas, eso se consigue con mucho esfuerzo por parte de escuela, familia y la dedicación del propio niño/a.
Pero… ¿Por qué se castiga?
El castigo es definido por la Convención de los Derechos del Niño de la ONU como una «sanción o pena impuesta a una comunidad o individuo que causa molestias, motivo por lo que se ejecuta una acción“ (1).
Autores como Edward Thorndike defienden la Ley del efecto y decían ya hace décadas que «Una conducta seguida de una consecuencia agradable tenderá a reforzar la asociación entre la consecuencia y el estímulo, mientras que si es seguida de una consecuencia aversiva, tenderá a debilitar dicha asociación” (6).
A mediados del siglo XX, diversas causas causaron el incremento de los métodos de educación cada vez más enfocados a la conducta. La corriente psicológica conductista gozaba de gran popularidad.
Los procesos emocionales, cognitivos y motivacionales de los jóvenes se consideraban irrelevantes, la única forma de educar de forma eficaz era por estímulos y respuestas y nada más. Nada parecía más eficaz para controlar la conducta y el comportamiento de los jóvenes. Esta corriente se consolidó y con el paso del tiempo se promulgó entre educadores (6).
¿Sigue siendo predominante el castigo?
Sin duda, hoy en día sigue siendo una práctica predominante. El conductismo, es un método eficaz para muchos padres que no disponen de tiempo para emplear de otros métodos.
Debemos saber que dependiendo de la etapa del desarrollo y de la edad del joven, el niño puede no contar aún con los recursos mentales y cognitivos necesarios para entender las razones que los adultos les explican para modificar conductas. El hecho de explicar por qué debe modificar o corregir una acción puede requerir un tiempo de asimilación por parte del joven (por ejemplo, un joven de 5 años al que se le explica que no debe romper un objeto de valor, no tiene la capacidad de comprender lo que el adulto le intenta explicar y volverá a experimentar con el objeto de forma natural).
Castigar con el deporte
Este puede que sea el error más grande que realizan los padres a la hora de educar a sus hijos o querer corregir conductas de los mismos. Es muy común entre los padres y madres de los jóvenes de hoy en día escuchar aquello de… «Se acabó jugar al fútbol hasta que no apruebes estas asignaturas», «Para jugar al fútbol si que tienes tiempo, pero para sentarte a estudiar nunca…»
Una vez el joven inicia la temporada deportiva, suele coincidir con el inicio del curso escolar. Hasta aquí no existen problemas. Pero el problema viene cuando en las primeras pruebas escritas del centro educativo el niño trae notas negativas. Es entonces cuando comienzan las interrupciones en la práctica de actividad física.
Pero… ¿en verdad el deporte puede ser un motivo para que el rendimiento académico descienda?
NO. Sin duda la evidencia científica nos demuestra lo contrario (2, 3, 4, 5).
Según una estudio publicado en la revista Brain and Cognition, la condición física de los jóvenes de nuestros colegios está relacionada con su capacidad cognitiva. Supone que cuanto mayores sean sus facultades anaeróbicas, más veloces serán sus conexiones neuronales o sinapsis, aspecto que reflejará en una mejora considerable del pensamiento lógico y de las habilidades lingüísticas (2).
Dicha investigación midió la actividad neuronal de adolescentes con perfiles físicos diversos a través de la técnica denominada electroencefalografía, obteniendo como resultados que la capacidad aeróbica influye de forma muy positiva en la función de nuestro cerebro. De este modo, los adolescentes que tenían una buena forma física obtuvieron unos resultados mejores en las pruebas de comprensión lectora que aquellos niños y niñas sedentarios. Además, los investigadores de la Universidad de Illinois vieron que eran más resolutivos y rápidos a la hora de leer textos con errores sintácticos o gramaticales (2).
En este sentido los padres y madres deben estimular al niño o niña a no faltar a su cita con el deporte y la actividad física cuando se reduzca el rendimiento escolar, ya que dentro del deporte también se fomenta la responsabilidad, el compromiso y un sin fin de valores como el esfuerzo que ayudarán a nivel académico.
El mejor refuerzo para los jóvenes es en realidad muy barato. El mejor refuerzo para los niños y niñas de hoy en día es la correcta atención de los padres y el trabajo coordinado de éstos con la escuela.
¿Se puede educar sin castigar con el deporte?
Del mismo modo en que siempre existieron alternativas a castigar a un adulto, también las habrá para evitar castigar a un joven.
La disciplina positiva, se considera una forma mucho más acertada tanto para jóvenes como para padres, al partir de la premisa de que las relaciones entre padre e hijo deben basarse en el respeto mutuo. Se trata de respetar necesidades y sentimientos sin ser excesivamente autoritarios y demasiado permisivos.
Entonces… ¿Qué hacer con nuestros hijos/as cuando no queremos castigar con el deporte?
- Emplea la inteligencia emocional para comunicarte con tu hijo/a, dialoga hasta llegar al entendimiento, escúchalo y no le juzgues, es momento de buscar alternativas y soluciones juntos.
- Valora siempre sus logros académicos, pero más si cabe el esfuerzo que realiza, ello ayudará a incrementar su autoestima, el concepto de si mismo y la propia confianza en su capacidad de estudio. No hay nada peor que se sientan incapaces de hacer algo.
- No busques la comparación con familiares o amigos. Cada niño/a es un mundo y no necesita que lo compares. Eso hará que tenga una presión innecesaria.
- Motívalo en sus rutinas de estudio y ayúdale a diseñarlas (horario, espacio, plan de estudio…).
- Apóyalo y supervisa su evolución. No le hagas los deberes, oriéntalo y conoce sus dificultades para poder apoyarlo.
- Bríndale técnicas de concentración, control respiratorio y estrategias que ayuden al joven a concentrarse.
- No lo satures con actividades extraescolares. Debes saber que tan malo es no hacer nada y tener exceso de sedentarismo como tener exceso de actividades.
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Bibliografía
- ONU (2006). Informe del Comité de los Derechos del Niño. Recuperado [en línea] de www.iom.int
- Scudder, M.R., Ferermeier, K.D., et al. (2014). The association between aerobic fitness and language processing in children: Implications for academic achievement. Brain and Cognition 87(1): 140-152.
- Esteban Cornejo, I., Tejero González, C.M et al. (2014). Independent and combined influence of the components of physical fitness on academic performance in youth. Journal of Pediatrics 165(2):306-312.
- Ting-Chien, Keita Kamijo, Matthew B. Pontifex, Kevin C. O’Leary, Mark R. Scudder (2011): The effects of an afterschool physical activity program on working memory in preadolescent children. Dev Sci 14(5): 1046–1058. doi:10.1111/j.1467-7687.2011.01054.x.
- Organización Mundial de la Salud (OMS). La actividad física en los jóvenes. Recuperado [en línea].
- Ting-Chien, Keita Kamijo, Matthew B. Pontifex, Kevin C. O’Leary, Mark R. Scudder (2011): The effects of an afterschool physical activity program on working memory in preadolescent children. Dev Sci 14(5): 1046–1058.