En este artículo os mostraremos todo lo que necesitas saber sobre el cáncer y alimentación a seguir.
El cáncer sigue siendo la 2ª causa más común de muerte en todo el mundo, después de las enfermedades cardiovasculares (ECV).
Sin embargo, es importante resaltar que hasta más del 90% de ellos pueden atribuirse a factores de riesgo modificables como el tabaquismo, el exceso de grasa, la inactividad física, el consumo de alcohol, agentes infecciosos, contaminación ambiental, y hábitos alimentarios.
La alimentación en concreto, es responsable de alrededor del 5 al 10% del total de casos. En el siguiente artículo encontrarás la evidencia actual sobre cáncer y alimentación.
Según el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF), un elevado consumo de frutas, verduras y granos integrales, así como el bajo consumo de carne roja y procesada pueden reducir el riesgo de desarrollo.
De este modo, siempre que relacionemos alimentación y cáncer, debemos hacerlo sobre patrones alimentarios.
Uno de los patrones dietéticos mejor representados en la literatura es la dieta mediterránea (MedDiet). Está caracterizado por un elevado consumo de frutas, verduras, frutos secos, legumbres, granos integrales y aceite de oliva virgen extra, complementado con pescados azules, huevos y productos lácteos.
Una gran cantidad de estudios clínicos y epidemiológicos han observado el efecto protector de MedDiet sobre las ECV, la diabetes, la obesidad y el cáncer.
En esta revisión sistemática actualizada (1), en donde se estudia el vínculo entre alimentación y cáncer, se confirmó una asociación inversa de la adherencia a MedDiet sobre la mortalidad por cáncer y el riesgo de cáncer colorrectal. Y una menor incidencia de cáncer de vejiga, gástrico y de pulmón, así como la mortalidad por todas las causas entre los sobrevivientes de esta enfermedad.
Debido al interés preventivo en la salud de la MedDiet, a continuación vamos a detallar grupos de alimentos y su asociación con el desarrollo de cáncer, comenzamos con el análisis de cáncer y alimentación a seguir.
Papel de la Fibra en el cáncer
Las frutas, verduras, legumbres y granos integrales son una rica fuente de fibra dietética. Existe evidencia sobre el papel protector de la fibra principalmente contra el cáncer colorrectal. Además, una mayor ingesta de fibra dietética también se ha vinculado con un menor riesgo de desarrollo de otros tipos de neoplasias, incluidos el de mama, gástrico y de pulmón.
La fibra llega a la microbiota intestinal, produciendo una fermentación y producción de ácidos grasos de cadena corta como el butirato. Este proceso ayuda a mantener el funcionamiento adecuado del epitelio intestinal, así como a reducir el potencial oncogénico al inducir la apoptosis o muerte celular.
Por último la fibra tiene un papel fundamental en el contexto cáncer y alimentación, ya que al aumentar el volumen de las heces, también puede diluir y retardar la absorción de carcinógenos potenciales.
Fitoquímicos y su relación con el cáncer
Las frutas y verduras, además de aportar grandes cantidades de fibra, proporcionan una variedad de fitoquímicos con posibles efectos anticancerígenos. Las sustancias bioactivas como los carotenoides, los flavonoides, los estilbenos, las cumarinas y los taninos pueden actuar sinérgicamente para aumentar la capacidad antioxidante y reducir el daño oxidativo celular. De este modo, desarrollo de cáncer y alimentación rica en fibra, se asocia inversamente.
Los carotenoides son los responsables de la gran mayoría de los colores amarillos, anaranjados o rojos presentes en los alimentos vegetales, como las zanahorias, batata, verduras de hoja verde oscuro, tomates.
Los flavonoides son pigmentos presentes en vegetales como arándanos, ciruelas, manzanas, bayas, naranjas, fresas, espinacas.
Los estilbenos se encuentran en las uvas. El más destacado lo conocemos por resveratrol y, a consecuencia de este compuesto, se le atribuyen ciertos beneficios al consumo de vino. Sin embargo, como veremos a continuación, al contener alcohol, no deberíamos asumir el riesgo.
La cumarina es una sustancia natural que, consumidas en pequeñas cantidades, puede ser beneficiosa. Sin embargo, dosis elevadas pueden dañar el hígado y los riñones. La principal fuente de cumarina la encontramos en la canela, sobre todo, en la variedad cassia.
Por último, los taninos son compuesto fenólicos, que podemos encontrar en las uvas, el té, el café, las espinacas, la granada y membrillo.
Ahora, si hablamos de cáncer y alimentación, hay que tener en cuenta que ningún alimento de los anteriores por sí solo va a tratar de prevenir el desarrollo de esta enfermedad. Pero que un patrón de dieta basado en la abundancia de estos, sí va a contribuir a ello.
Alcohol y la relación con el cáncer
El alcohol, sobre todo cuando hablamos del vino tinto, representa una gran controversia frente a alimentación y cáncer. Sobre todo en un contexto de MedDiet, donde tiende a incluirse. Y es que, hay suficiente evidencia de que no hay dosis segura de consumo. Y que la recomendación que debe llevarse a cabo es «cuanto menos, mejor».
Existe evidencia sólida sobre la asociación positiva del consumo de alcohol y el riesgo de cáncer de colon, recto, mama, esófago, cabeza, garganta e hígado (1,2).
Como ya se ha mencionado, los posibles beneficios del vino tinto se atribuyen a su contenido en resveratrol. El consumo de este junto con las comidas es parte del patrimonio cultural en los países mediterráneos, pero no es saludable. Cáncer y alimentación que incluye alcohol no va por buen camino.
A continuación vamos a detallar diferentes tipos de cáncer y su asociación con patrones de alimentos.
Cáncer gástrico
Aunque su incidencia ha disminuido, sigue siendo el 5º más común y la 3ª causa principal de muerte por cáncer a nivel mundial.
Varios son los factores de riesgo relacionados con su desarrollo. Entre ellos, los hábitos dietéticos.
La evidencia actual de cáncer y alimentación en este contexto nos dice que el alto consumo de carne roja y procesada está asociada de forma significativa con un mayor riesgo (41 % y 57 % más de riesgo, respectivamente), mientras que el consumo de carne blanca está asociado con una disminución (20% menos de riesgo).
Estos resultados y tendencias coinciden con otros estudios en donde se evalúa en función de dosis-respuesta (26 % más de riesgo por cada 100 g/día de aumento en el consumo de carne roja y 72 % más de riesgo por cada 50 g/día de aumento en el consumo de carne procesada).
Por otro lado, el método de cocción o el tipo de procesamiento y conservación de la carne también puede ser uno de los factores de riesgo para su desarrollo.
De este modo no solo debemos ver el cáncer y alimentación basada en patrones, sino además, tener en cuenta los compuestos que pueden formarse con el cocinado de estos. Por ejemplo, la acrilamida.
Las aminas heterocíclicas y los hidrocarburos aromáticos policíclicos se producen cuando la carne se cocina a alta temperatura . Y, el alto contenido de sal en la dieta, que se encuentra en la carne curada o salada, daña la mucosa gástrica e induce una patología e inflamación gástricas significativas (3).
Cáncer de mama
Es el más diagnosticado entre las mujeres y la principal causa de muerte relacionada con el cáncer en las mujeres.
En el 2018, se estimaron 2,1 millones de nuevos casos, lo que representa aproximadamente el 11,6 % de todos los cánceres en el mundo, mientras que en el mismo período se estima que ocurrieron 600 000 muertes en todo el mundo en el 2018, lo que representa el 6,6 % de los casos.
El conocimiento de sus causas aún es limitado, pero se han identificado una variedad de factores de riesgo modificables y no modificables.
La raza, el origen étnico, los antecedentes familiares de cáncer y los rasgos genéticos se consideran importantes factores de riesgo no modificables.
¿Qué relación existe frente este cáncer y alimentación?
Hoy en día sabemos que un mayor consumo de frutas, verduras, soja, disminuye el riesgo de desarrollo, mientras que sucede lo contrario con el consumo de carne roja, la carne procesada y los zumos de frutas.
Por otro lado, estudios en Asia y países occidentales han encontrado que por cada 10 mg/día de ingesta de isoflavonas de soja, se asocian con una reducción del 3 % en el riesgo de cáncer de mama.
La inflamación crónica, base de todas las enfermedades crónicas actuales (hipertensión, obesidad, disbiosis, síndrome metabólico, hipercolesterolemia, triglicéridos elevados, diabetes tipo 2) se ha relacionado con varios tumores malignos, incluido el de mama.
De este modo, podemos afirmar que la asociación frente a este tipo de cáncer y alimentación, nos permite llevar a cabo unas recomendaciones dietéticas bastante claras.
Cáncer de próstata (CaP)
Es el 2º más comúnmente diagnosticado en hombres en todo el mundo. Según la base de datos GLOBOCAN de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, 1,1 millones de hombres fueron diagnosticados con CaP en 2012, lo que representa el 15% de todos los cánceres en hombres.
Un dato de interés que destaca la relación de este cáncer y la alimentación, es que las tasas de incidencia son más bajas en los países asiáticos, donde los alimentos de soja se consumen regularmente como parte de una dieta normal. De hecho, existe evidencia suficiente que indica que la ingesta total de alimentos de soja está asociada con un riesgo reducido de CaP (8).
Al igual que sucede con el de mama, existen pruebas considerables que indican que la inflamación crónica juega un papel clave en el contexto cáncer y alimentación, pues favorece el desarrollo del CaP.
Que una dieta rica en frutas, verduras, aceites saludables y pescado se asocia con bajos niveles de inflamación y con un menor riesgo de cáncer.
Por el contrario, el alto consumo de ácidos grasos n-6 (característico de un patrón de dieta occidental), se asocia con niveles altos de inflamación y un mayor riesgo (9). De hecho, los países desarrollados muestran mayores cifras mayores de cáncer y alimentación densa en calorías y pobre en nutrientes de forma sinérgica.
Cáncer de colon
A pesar del éxito de la colonoscopia y los avances recientes en el tratamiento, sigue siendo uno de los cánceres más comúnmente diagnosticados y mortales, con una incidencia significativamente mayor en los países en desarrollo donde las personas se están adaptando a la comida y el estilo de vida occidentales. Si hay una relación entre cáncer y alimentación, en el de colon aún es más evidente.
Los estudios han revelado que la energía total, las proteínas, las grasas, la carne procesada, el alcohol, la fibra, los ácidos grasos omega-3, el hierro y la acrilamida en la dieta pueden afectar significativamente la carcinogénesis y el desarrollo de cáncer colorrectal.
Del mismo modo, existe evidencia suficiente para respaldar una asociación inversa entre la ingesta de frutas, verduras y té en la dieta y varios tipos de cáncer, incluido el cáncer colorrectal. Mientras que el consumo excesivo de carne roja y procesada se asocia con un mayor riesgo.
Ambos grupos de alimentos son una fuente potencial de compuestos N -nitrosos, hidrocarburos aromáticos policíclicos y aminas heterocíclicas conocidas por ser cancerígenas.
Por tanto, prevenir el desarrollo de cáncer y alimentación pobre en carne roja y procesada, se correlaciona inversamente.
Cáncer de páncreas
Es uno de los más letales en todo el mundo. A pesar de los avances en el tratamiento, su pronóstico no es bueno. Por ello, cuando hablamos de cáncer y alimentación, la prevención primaria es el único enfoque para reducir su carga.
Actualmente sabemos que el tabaquismo y la obesidad son factores de riesgo establecidos. Sin embargo, a nivel nutricional, ¿qué relación existe frente a este cáncer y alimentación? Pues bien, los factores de riesgo potenciales son los nutrientes asociados con el metabolismo de los hidratos de carbono, como el folato, la vitamina B6, la vitamina B12 y la metionina, ya que pueden proteger contra el cáncer a través de la metilación del ADN, la síntesis de nucleótidos, la replicación y reparación del ADN.
La falta de folato y otros nutrientes del grupo metilo puede aumentar el riesgo de cáncer de páncreas al alterar la metilación del ADN y del ARN, alterar la integridad y reparación del ADN, aumentar el daño del ADN y las mutaciones genéticas (11).
Conclusión sobre cáncer y alimentación
Es importante recordar que gran parte de los diferentes tipos de cáncer pueden prevenirse con el estilo de vida y que la alimentación juega un papel fundamental en ellos. Por tanto, cáncer y alimentación debe ir de la mano como enfoque preventivo.
Es decir, un patrón basado en alimentos de origen vegetal mayormente. Y, complementarlo con pescados azules, carnes magras, huevos y lácteos, reduciendo el consumo de carne roja y procesada y evitando lo máximo posible la ingesta de alcohol. Sin olvidar el mantenernos activos. Pues una alimentación adecuada y saludable no compensa un estilo de vida sedentario.
Por último, para finalizar este artículo sobre cáncer y alimentación, recuerda que no hay alimentos que curen o dietas que curen el cáncer.
Que un estado nutricional adecuado resulta fundamental para hacer frente a la enfermedad y su tratamiento, pero que no hay patrones alimentarios, dietas, suplementos o alimentos concretos que curen.
Referencias bibliográficas
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