Las lesiones originadas en el ligamento cruzado anterior (LCA) son unas de las más comunes que sufren los jugadores de baloncesto, sobre todo, en el género femenino.
Por ello, es importante conocer los principales factores de riesgo, los mecanismos lesiónales más frecuentes y las claves para la prevención y readaptación tras la lesión.
¿Qué es el Ligamento Cruzado Anterior (LCA)?
El ligamento cruzado anterior (LCA) es una estructura intraarticular pero extrasinovial, que desempeña un papel clave en la estabilidad de la articulación de la rodilla. Su principal función es evitar el desplazamiento anterior de la tibia sobre el fémur, ademas de limitar los movimientos rotaciones, especialmente en situaciones de flexo-extension y carga articular (10).
Desde el punto de vista anatómico, el LCA se origina en la superficie medial del condilo femoral lateral y se inserta en el área intercondilea anterior de la tibia, fusionándose parcialmente con la parte anterior del menisco lateral.
Su recorrido asciende de forma oblicua y en espiral, abriéndose en abanico hasta su inserción final en el Fémur (10).La estructura del LCA está compuesta mayoritariamente por colágeno tipo I (90%), responsable de su resistencia tenis, y colágeno tipo III (10%).
También contiene pequeñas cantidades de elastina y proteoglicanos, además de fibroblastos distribuidos entre los haces de fibras. Las fibras colágenos se organizan en haces de entre 20 y 400 μm, formando una matriz densa y alineada (10).La longitud media del LCA varía entre 31 y 38 mm, con una anchura aproximadamente de 11 mm, aunque estas dimensiones pueden diferir entre individuos (13). Su vascularización es escasa, principalmente dependiente de la arteria geniculada media, lo que explica su baja capacidad de cicatrización tras una lesión. La inervación proviene de ramificaciones del nervio tibial (13).
En cuanto a su estructura funcional, el LCA se divide en dos haces principales:
- El haz anteromedial (AM), que actúa como el principal estabilizador del desplazamiento anterior de la tibia, especialmente con la rodilla en flexionen entre 0º y 90º.
- El haz posterolateral (PL), que se activa en extension completa y proporciona estabilidad rotacional (16;4;11).
Algunos autores han propuesto una división aún más específica, considerando tres porciones funcionales:fibras anteriores (actúan en flexión), fibras medias (en un rango amplio de flexión-extensión) y fibras posteriores (activas en extension) (11)
Esta complejidad estructural y funcional hace que el LCA sea una pieza clave en la regulación de la cinemática articular. Su diseño permite una adaptación constante al rango de movimiento, pero al mismo tiempo, lo convierte en una estructura altamente vulnerable ante cargas inesperadas o mal distribuidas.
Biomecánica de la rodilla y función del LCA en el movimiento
Desde un punto de vista biomecánica, el ligamento cruzado anterior (LCA) es el principal estabilizador estático de la articulación frente a la traslación anterior de la tibia sobre el fémur, función que desempeña especialmente durante actividades físicas exigentes, como las que se desarrollan en el baloncesto. Este ligamento puede llegar a soportar hasta el 86% de la fuerza total de tracción anterior en la articulación de la rodilla (2;10).
El LCA no trabaja como una estructura uniforme, sino que sus dos haces (anteromedial y posterolateral) se activan de manera complementaria para proporcionar estabilidad en diferentes rangos de movimiento:
- El haz anteromedial (AM) mantiene una longitud relativamente constante y presenta su tensión máxima entre los 45º y 60º de flexión de rodilla, momento en el cual estabiliza especialmente en el plano sagital.
- El haz posterolateral (PL) tiene su tensión máxima en extension completa, disminuyendo progresivamente a medida que aumenta la flexión (17).
En extensión, ambos haces permanecen casi paralelos, pero al avanzar hacia la flexión de rodilla, se cruzan, generando un sistema dinámico de estabilización que se adapta a las diferentes demandas del movimiento. Esta disposición fascicular explica por qué el LCA es tan eficiente controlando tanto la traslación como las rotaciones axiales de la tibia, incluyendo movimientos en valgo y varo (10)
Ademas, los estudios biomecánicos muestran que la rigidez y la resistencia a la tracción del LCA (~1725 ± 270 N) pueden ser superadas por las fuerzas generadas durante acciones como aterrizajes desde un salto, frenadas rápidas o cambios bruscos de dirección, típicos en el baloncesto (2).
Por otro lado, la propiocepción desempeña un papel fundamental. En el LCA se han identificado distintos tipos de mecanorreceptores y terminaciones nerviosas libres, lo que le otorga un papel activo en la retroalimentación sensorial y control neuromuscular de la rodilla (10).Esta función propioceptiva es crucial para que la musculatura periarticular, destacando los isquiotibiales y glúteos, se active a tiempo y pueda compensar las fuerzas que afectan la estabilidad articular.
Las máquinas isoinerciales son una tecnología de entrenamiento muy utilizada dentro del mundo del rendimiento deportivo.
Sin embargo, su aplicación dentro del ámbito de la mejora de la salud tiene mucho camino por recorrer, tratándose de herramientas muy útiles las cuales aportan multitud de beneficios a nivel fisiológico y funcional.
En esta certificación explicaremos los beneficios y aspectos más importantes de su utilización en otro tipo de colectivos más alejados del rendimiento deportivo.
En consecuencia, la estabilidad articular de la rodilla no depende únicamente de las estructuras pasivas, como el LCA, sino también de los estabilizadores dinámicos, es decir, los músculos que rodean la articulación. Cuando estos músculos no responden de manera coordinada o con la fuerza suficiente, el LCA queda expuesto a un mayor riesgo de lesión.
Mecanismos lesionales en el baloncesto
La rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) es una de las lesiones más frecuentes y limitantes en el baloncesto, especialmente en el género femenino. Se estima que casi el 50% de las lesiones de rodilla en esta disciplina implican al LCA (1). Esta alta prevalencia se debe en gran parte a las características propias del baloncesto: saltos, cambios de dirección, aterrizajes, frenadas bruscas y contacto físico.
Tipologia del mecanismo lesional
Los mecanismos de lesión del LCA pueden clasificarse en tres categorías:
- Contacto directo: cuando una fuerza externa (por ejemplo, un rival) impacta directamente sobre la rodilla.
- Contacto indirecto: cuando el impacto se produce en otra parte del cuerpo, pero provoca una reacción en la rodilla.
- Sin contacto: cuando la lesión ocurre por una acción propia del deportista, sin intervención de otro jugador.
En el baloncesto femenino, la mayoría de las lesiones del LCA son sin contacto, y se producen durante movimiento de desaceleración o cambio de dirección (12).
Gestos deportivos lesiónales más frecuentes
Los escenarios más comunes en los que se produce una rotura del LCA sin contacto en jugadoras de baloncesto son:
- Desmarques explosivos, en los que la jugadora frena en seco con el pie firmemente plantado y el tronco continua su inercia hacia adelante.
- Aterrizajes de un salto a una pierna, en posición de desequilibrio, generando una carga axial excesiva sobre la rodilla.
- Pivotes o cambios de dirección con apoyo inestable, especialmente en valgo dinámico y rotaciones interna de la tibia.
Estos movimientos combinan varias fuerzas lesivas: traslación anterior de la tibia, valgo de rodilla, rotaciones y comprensión axial, que en conjunto colocan al LCA en una situación critica (11).
La posición critica: valgo y rotación interna
El patrón mas descrito como mecanismo lesiónales del LCA es el que combina:
- Semi-flexion de rodilla (<40º)
- Colapso en valgo dinámico
- Rotación interna de la tibia sobre el fémur
- Tronco adelantado respecto al centro de masas
Este patrón compromete especialmente al LCA, ya que la activación muscular protectora es mínima. Se trata de una posición de alto riesgo en la que el ligamento soporta la carga de estabilización casi en solitario (9).
Factores contribuyentes
Según la literatura, la rotura del LCA no responde a un único factor, sino que es el resultado de una combinación de variables anatómicas, biomecánicas, neuromusculares y contextuales:
- Contracción del cuádriceps con la rodilla casi extendida: puede desplazar la tibia anteriormente hasta 19 mm (11).
- Valgo de rodilla: aumenta significativamente la tensión sobre el LCA, especialmente cuando se combina con otras fuerzas como la rotación interna (14).
- Fuerza de reacción del suelo (GRF) en aterrizajes: genera una comprensión articular que, sino se amortigua correctamente, puede dañar el LCA.
- Posición del tronco: una inclinación hacia el lado de la pierna de apoyo aumenta la carga lateral y compromete la estabilidad de la rodilla (11).
- Ángulo de flexión de rodilla: la mayoría de lesiones ocurren con una flexión inferior a 30º, cuando el LCA es el principal estabilizador anteroposterior y los isquiotibiales no estan suficientemente activados (5).
Factores de riesgo específicos en mujeres deportistas
La incidencia de rotura del LCA es significativamente mayor en mujeres que en hombres, especialmente en deportes como el baloncesto, donde se combinan saltos, frenadas y giros. Diversos estudios han documentado una probabilidad de lesión de entre 3 y 6 veces mayor en mujeres, especialmente en situaciones sin contacto (6,12).
Las causas de esta diferencia no son unidimensionales, sino el resultado de múltiples factores que pueden clasificarse en tres grandes categorías: anatómicos, hormonales y neuromusculares / biomecánicos.
Factores anatómicos
Las diferencias estructurales entre hombres y mujeres afectan directamente a la alineación y a las cargas biomecánicas sobre la rodilla.
- Ángulo Q aumentado: las mujeres suelen tener caderas más anchas, lo que incrementa el ángulo Q y predispone al valgo de rodilla, aumentando el estrés sobre el LCA (8).
- Escotadura intercondílea más estrecha: una escotadura femoral más pequeña limita el espacio para el LCA y puede generar pinzamiento ligamentoso en movimientos de rotación y valgo (11). Según un metaanálisis de Andrade citado por Ramiro Álvarez (2018), un índice de escotadura intercondílea reducido (NWI) se asocia a mayor riesgo lesiónales.
- Morfología del platillo tibial: la inclinación posterior del platillo tibial y la menos profundidad del platillo medial pueden facilitar la traslación anterior de la tibia, especialmente en acciones de aterrizaje (11).
- Morfología de cadera: una movilidad reducida en la articulación coxofemoral y un ángulo alfa aumentado pueden transferir más carga rotación a la rodilla durante acciones explosivas (11)
Factores hormonales
Las fluctuaciones hormonales del ciclo menstrual tambien afectan a la estabilidad de la rodilla. Hormonas como los estrógenos, progesterona y relaciona pueden alterar la laxitud ligamentosa, la fuerza muscular y la coordinación neuromuscular:
- Mayor laxitud articular: se ha documentado un aumento de la laxitud del LCA durante la fase ovulatoria del ciclo, lo que podría reducir la estabilidad pasiva de la articulación (8).
- Alteraciones en el control neuromuscular: el estrógeno puede afectar tanto a la transmisión nerviosa como al reclutamiento muscular, disminuyendo la capacidad de respuesta rápida ante fuerzas externas (9).
Pese a que la evidencia en este campo aún es contradictoria, varios estudios destacan la necesidad de adaptar el entrenamiento y prevención en función del ciclo menstrual como posible vía de intervención.
Factores neuromusculares y biomecánicos
Las mujeres presentan, en general, menor fuerza en la musculatura estabilizadora de la rodilla, especialmente en los isquiotibiales, glúteos y core, lo que afecta negativamente a la protección dinámica de la articulación.
- Activación muscular retrasada: se ha observado una activación más tardía de los isquiotibiales y glúteos, lo que deja al LCA más expuesto a fuerzas de traslación anterior (5)
- Técnica de salto y aterrizaje: las jugadoras tienden a aterrizar con la rodilla más extendida y el tronco más vertical, lo que reduce la absorción de impacto y aumenta la tensión sobre el LCA (11)
- Valgo dinámico: la combinación de debilidad de abductores de cadera, desalineación estructural y control deficiente del tronco contribuye al colapso en valgo de rodilla en acciones de alta intensidad (11).
Estos déficits no solo aumentan el riesgo de lesión, sino que limitan la eficacia de los mecanismos de protección activa que deberían complementar al LCA durante movimientos de alta demanda.
Prevención de la lesión del LCA en jugadoras de baloncesto
Dada la alta prevalencia de lesiones de LCA en jugadoras de baloncesto,y el impacto que estas tienen en su carrera deportiva y calidad de vida, la prevención se convierte en una prioridad estratégica. Numerosos estudios han demostrado que los programas preventivos bien diseñados pueden reducir el riesgo de rotura del LCA hasta un 50%, especialmente cuando se adaptan a las características anatómicas y neuromusculares de las mujeres (8).
Componentes clave de un programa preventivo eficaz
Un programa de prevención del LCA en jugadoras de baloncesto debe integrar los siguientes componentes:
Entrenamiento neuromuscular
Es el eje central de toda estrategia preventiva. Incluye:
- Ejercicios de control postural y estabilidad lumbopélvica.
- Coordinación intersegmentaria entre tronco, pelvis y rodillas para evitar posiciones de alto riesgo
- Entrenamiento de la técnica de salto y aterrizaje, enseñando a las jugadoras a mantener la rodilla alineada y flexionada al caer (6)
Fortalecimiento muscular específico
El fortalecimiento debe centrarse en:
- Isquiotibiales, por su acción sinergia con el LCA para evitar la traslación tibial anterior.
- Glúteos (medio y mayor), para evitar el colapso en valgo durante los aterrizajes y cambios de dirección.
- Core y musculatura estabilizadora del tronco, fundamental para mantener una postura funcional y prevenir compensaciones lesivas.
Según Ford et al.(2003), el desequilibrio entre la fuerza del cuádriceps y la de los isquiotibiales es uno de los principales factores modificables en mujeres jóvenes con alto riesgo de lesión.
Entrenamiento propioceptivo y de equilibrio
Mejora la sensibilidad articular y la reacción ante estímulos inesperados. Suele incluir:
- Ejercicios en superficies inestables
- Saltos con estímulos visuales o auditivos
- Tareas de doble tarea (movimiento + toma de decisión) para simular el entorno real del juego.
Reeducación técnica en los gestos deportivos
Es fundamental modificar los patrones de movimiento defectuosos que pueden poner en riesgo el LCA. Por ejemplo:
- Aterrizar con suficiente flexión de cadera y rodilla, evitando la rigidez articular.
- Evitar el valgo de rodilla durante los cambios de dirección.
- Concienciar sobre la posición del tronco y del pie en relación al centro de masas.
Planificación y adaptación al ciclo menstrual
Aunque aún se encuentra en estudio, adaptar el entrenamiento en las fases del ciclo menstrual donde se incrementa la laxitud articular podría reducir el riesgo, especialmente si se intensifican los estímulos de control postural y fuerza en esas fases (9).
Consideraciones para su implementación
Para que un programa preventivo sea realmente eficaz, debe cumplir con los siguientes requisitos:
- Ser específico: adaptado a la edad, nivel deportivo y características individuales.
- Ser progresivo: aumentar la carga y complejidad gradualmente.
- Ser constante: incorporarse como parte del calentamiento o rutina semanal.
- Estar supervisado por profesionales con formación en biomecánica y prevención.
Estudios como los de Paredes y Romero-Moraleda (2011) destacan que la efectividad es mayor cuando el programa está integrado en el contexto específico del deporte, en este caso, el baloncesto femenino.
Ejemplos de ejercicios utilizados
Algunos ejercicios comunes en programas preventivos exitosos incluyen:
- Saltos pliométricos con feedback sobre alineación de rodilla
- Puentes de glúteo y elevaciones pélvicas en superficies inestables
- Zancadas con control del tronco y estabilidad de cadera
- Trabajo unilateral con bandas elásticas o superficies móviles.
Proceso de readaptación y vuelta a la competición
La lesión del ligamento cruzado anterior (LCA) supone no solo una interrupción brusca de la práctica deportiva, sino un proceso de recuperación largo, progresivo y multifactorial, donde la readaptación funcional desempeña un papel clave para reducir el riesgo de recaídas y permitir el regreso seguro al deporte.
En jugadoras de baloncesto, cuyas exigencias funcionales incluyen saltos, giros, cambios de ritmo y contacto físico, la readaptación del LCA debe ir más allá de la recuperación estructural y centrarse en la funciónalidad especifica del gesto deportivo.
Objetivos principales del proceso de readaptación
El proceso de readaptación tiene como metas fundamentales:
- Restaurar la movilidad completa de la articulación de la rodilla
- Recuperar la fuerza, resistencia y coordinación muscular, especialmente en isquiotibiales, cuádriceps y glúteos.
- Reeducar los patrones de movimiento, mejorando la técnica de salto, aterrizaje y cambio de dirección.
- Entrenar la propiocepción y el control postural, esenciales para evitar gestos lesivos.
- Preparar psicológicamente a la deportista para el retorno a la competición reduciendo el miedo a la recaída.
Fases de recuperación
Aunque la duración puede variar según el tipo de intervención (quirúrgica o conservadora), nivel deportivo y evolución individual, la recuperación suele estructurarse en fases progresivas:
Fase 1- Postoperatoria o aguda (0-4 semanas)
- Control del dolor y la inflamación
- Recuperación del rango de movimiento
- Activación de la musculatura periarticular
Fase 2- Recuperación funcional inicial (4-12 semanas)
- Fortalecimiento progresivo de cuádriceps e isquiotibiales
- Introducción de ejercicios de equilibrio y carga
- Iniciación al trabajo cardiovascular
Fase 3 – Readaptación especifica (3-6 meses)
- Integración de patrones funcionales: sentadillas, saltos, cambios de dirección
- ejercicios pliométricos y excéntricos
- Trabajo neuromuscular y propiceptivo avanzado
- Simulación de gestos deportivos (carrera técnica, desplazamientos laterales).
Fase 4 – Retorno al deporte (6-9 meses)
- Participación en entrenamientos controlados
- Evaluación de fuerza, estabilidad, rendimiento y confianza
- Reincorporación progresiva a la competición oficial
¿Cuándo volver a jugar?
La vuelta a la competición tras una rotura de LCA no debe basarse únicamente en el tiempo transcurrido, sino en criterios objetivos de recuperación funcional, entre los que destacan:
- Simetría de fuerza > 90% entre ambas piernas
- Control motor adecuado en situaciones de desequilibrio
- Dominio técnico del gesto deportivo (saltos, frenadas, cambios de dirección).
- Evaluación psicológica favorable (seguridad, confianza, motivación).
- Ausencia de dolor, derrame o inestabilidad.
Según Paredes y Romero-Moraleda (2011), la mayoría de deportistas pueden volver a la competición entre los 6 y los 9 meses postcirugía, pero este entorno debe ser individualizado y supervisado por un equipo multidisciplinar.
LCA en el baloncesto femenino
La rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) constituye una de las lesiones más graves y prevalentes en el baloncesto femenino, con implicaciones que van mas allá del plano físico: interrumpe trayectorias deportivas, genera inseguridad, y requiere procesos de recuperación largos y exigentes.
A lo largo de este artículo, hemos expuesto cómo esta lesión no se produce por azar, sino que responde a un conjunto de factores anatómicos, hormonales, biomecánicos y neuromusculares que confluyen especialmente en mujeres deportistas.
Las características estructurales del cuerpo femenino, como una mayor anchura pélvica o una escotadura intercondílea más estrecha, unidas a fluctuaciones hormonales y a patrones de activación muscular menos eficientes, crean un entorno propenso a la lesión, sobre todo en situaciones de cambio de dirección, aterrizajes o frenadas bruscas.
La buena noticia es que la lesión del LCA es, en muchos casos, prevenible. Los programas de entrenamiento neuromuscular y prevención específicos para mujeres han demostrado ser eficaces en la reducción del riesgo, siempre que se integren de forma constante y supervisada en la preparación física. Además, la correcta readaptación tras una lesión es fundamental para garantizar un retorno seguro al juego y minimizar el riesgo de caída.
Comprender por qué las jugadoras de baloncesto se lesionan el LCA con más frecuencia noo solo permite desarrollar estrategias de prevención más eficaces, sino que también nos invita a replantear el diseño de entrenamiento, a incluir una mirada de género en la medicina deportiva y a apostar por la educación de las deportistas desde edades tempranas.
Porque cada LCA que se protege es una jugadora que sigue compitiendo. Y detrás de cada prevención efectiva, hay ciencia, conciencia y compromiso.
Preguntas Frecuentes sobre la Lesión del LCA en Baloncesto
¿Qué es el ligamento cruzado anterior (LCA) y por qué es importante en baloncesto?
El LCA es un ligamento clave en la rodilla que proporciona estabilidad rotacional y anterior. En baloncesto, es vital para los movimientos de pivote, cambios de dirección y saltos, acciones muy comunes en el deporte.
¿Cómo suele lesionarse el LCA en jugadores de baloncesto?
Comúnmente ocurre por un mal aterrizaje de un salto, un cambio brusco de dirección, una parada repentina o un impacto directo en la rodilla, a menudo sin contacto con otro jugador.
¿Cuáles son los síntomas inmediatos de una rotura de LCA en baloncesto?
Se puede escuchar un ‘pop’ en la rodilla, seguido de dolor intenso, hinchazón rápida, inestabilidad al intentar apoyar el peso y limitación del movimiento.
¿Se puede jugar al baloncesto con una rotura de LCA?
No se recomienda. Jugar con un LCA roto aumenta el riesgo de daño adicional en la rodilla, como lesiones de menisco o cartílago, lo que puede llevar a problemas crónicos.
¿Cuál es el tratamiento más común para una rotura de LCA en deportistas de baloncesto?
En la mayoría de los casos de deportistas, el tratamiento preferido es la reconstrucción quirúrgica del LCA, seguida de un extenso programa de rehabilitación.
¿Cuánto tiempo de recuperación se necesita después de una cirugía de LCA para volver a jugar baloncesto?
El tiempo de recuperación varía, pero generalmente oscila entre 9 y 12 meses, o incluso más, para un retorno seguro y completo al baloncesto competitivo.
¿Qué tipo de rehabilitación se realiza después de la cirugía de LCA?
La rehabilitación incluye fisioterapia para restaurar el rango de movimiento, fortalecer los músculos de la pierna, mejorar el equilibrio, la propiocepción y la agilidad específica del baloncesto.
¿Cómo se pueden prevenir las lesiones de LCA en jugadores de baloncesto?
La prevención incluye programas de entrenamiento neuromuscular, fortalecimiento muscular, mejora de la técnica de aterrizaje y cambio de dirección, y calentamiento adecuado.
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