Enfermedad Inflamatoria Intestinal y ejercicio

Abordamos el efecto positivo o negativo que tiene el ejercicio físico sobre la incidencia y evolución de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal.

✎ Autor:  Pablo Sánchez

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) afecta alrededor de 1 persona por cada 200 en los países desarrollados (3). Por ello, en la actualidad, este tipo de enfermedades limitan a numerosas personas en determinados ámbitos de la vida pública, como pueden ser el rendimiento laboral, académico o incluso las relaciones personales.

En este sentido, es conveniente el estudio del ejercicio físico como medio de prevención de este tipo de enfermedades o como medio de mejora de la calidad de vida de los enfermos.

Características de la enfermedad inflamatoria intestinal

La enfermedad inflamatoria intestinal engloba la Enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerosa. La etiología de este tipo de dolencias es desconocida, sin embargo se asocia a una combinación de factores ambientales y a una disfunción del sistema inmune de la mucosa en sujetos susceptibles genéticamente (1).

De esta manera, pese al desconocimiento de las razones exactas del desarrollo de estas enfermedades, los médicos concuerdan en señalar tanto a factores genéticos como ambientales (10, 13, 8).

La principal diferencia entre la Enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerosa, radica en el tipo de tejido afectado. Así, en la Enfermedad de Crohn, la inflamación puede ocurrir en cualquier parte del tracto gastrointestinal, mientras que la Colitis Ulcerosa se localiza en el colon (3).

Diferencias entre Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa
Imagen 1. Diferencias entre Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa

Los síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal consisten, principalmente, en dolor abdominal y diarrea con restos de sangre y moco. Los casos severos presentan pérdida de peso, taquicardia, fiebre, anemia y distensión intestinal (20).

Además, este tipo de enfermedades pueden afectar  a distintos órganos, sobre todo en casos severos de pacientes de la Enfermedad de Crohn, produciendo lesiones de la piel, artritis, osteoporosis, problemas oculares y alteraciones hepáticas (25).

Siguiendo la línea anterior, se ha encontrado un mayor riesgo de desarrollar cáncer colo-rectal (CRC) en pacientes con este tipo de enfermedades (11, 2, 29). Algunos estudios afirman que la probabilidad de CRC tras 20 años, en este tipo de sujetos, es de 5-7 % (14, 9), de 7-14 % a los 25 años (4, 18) y de 7.5-18 % a los 30 años (5, 16).

El ejercicio físico como medio de prevención de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal

De manera extendida, podemos afirmar que el ejercicio físico nos ayuda a mantener un estado de salud general óptimo, y disminuye la probabilidad de contraer una serie de enfermedades perjudiciales. Así, este tipo de actividades pueden favorecer la prevención de determinadas enfermedades como el cáncer, enfermedades neurodegenerativas, infecciones y enfermedades inflamatorias (19).

Sin embargo, ¿la realización de actividad física puede también reducir las probabilidades de contraer  Enfermedad Inflamatoria Intestinal?

De manera general, podemos afirmar que la actividad física puede prevenir la probabilidad de contraer Enfermedad Inflamatoria Intestinal. Sin embargo, al revisar la bibliografía científica, se observan grandes diferencias entre la Enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerosa. Siguiendo esta línea, un gran número de publicaciones resaltan el efecto positivo del ejercicio físico como medio de prevención de la Enfermedad de Crohn, mientras que esta misma relación en el caso de la Colitis Ulcerosa no ha sido observada de manera tan clara.

Por un lado, algunos estudios afirman la relación inversa entre la realización de actividad física y el riesgo de contraer la Enfermedad de Crohn (27, 22).

Dentro de estos estudios, destaca el de Khalili et al. (15) que, al analizar  284 casos de Enfermedad de Crohn y 363 de Colitis Ulcerosa (todos los sujetos fueron mujeres), llegó a la conclusión de que el riesgo de tener Enfermedad de Crohn decreció a medida que aumentaron los niveles de actividad física.

De esta manera, las mujeres que realizaron una actividad física equivalente a 27 MET/horas a la semana, o lo equivalente a más de 9 horas de caminata a ritmo medio, tuvieron un 44 % menos de riesgo de desarrollar la Enfermedad de Crohn, que las mujeres sedentarias. En contraste, no se observó ningún tipo de asociación entre la actividad física y la Colitis Ulcerosa.

Por otro lado, uno de los pocos estudios que observó la relación positiva entre la realización de actividad física y la menor probabilidad de contraer Colitis Ulcerosa fue el realizado por Melinder et al. (21).

Estos autores, analizando a hombres que estaban realizando el entrenamiento militar y en los cuales se produjeron, posteriormente, 986 diagnósticos de Crohn y 1878 de Colitis Ulcerosa; llegaron a la conclusión de que un menor nivel de condición física está asociado a un riesgo incrementado de sufrir en el futuro tanto la Enfermedad de Crohn como la Colitis Ulcerosa.

El ejercicio físico y la calidad de vida de los pacientes de enfermedad inflamatoria intestinal

En el apartado anterior, hemos analizado la influencia positiva del ejercicio físico como medio de prevención de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal. Después de esto, surge la necesidad de observar el impacto, positivo o negativo, que tiene la actividad física en la vida diaria de las personas enfermas de Crohn o de Colitis Ulcerosa.

Por un lado, es conveniente resaltar que los pacientes de Enfermedad Inflamatoria Intestinal tienen niveles más altos de estrés diario y una menor calidad de vida comparado con la población general, pero también con pacientes que sufren otro tipo de enfermedades crónicas (17, 27). Así, uno de los principales beneficios que puede aportar el ejercicio físico a este tipo de personas es la mejora del estado de ánimo y de la salud mental, la disminución del estrés y el aumento de la calidad de vida (1, 12).

Además, como se ha mencionado con anterioridad, los casos graves de Colitis Ulcerosa y Enfermedad de Crohn provocan disfunciones en otros tejidos u órganos. Siguiendo esta línea, este tipo de enfermedades están asociadas con una disminución de la masa ósea y un incremento del riesgo de osteoporosis (26). Por ello, el ejercicio físico puede prevenir la osteoporosis (23) y reducir los daños presentes en algunas articulaciones. Dentro de este apartado, sería conveniente la realización de determinados ejercicios de fuerza que nos ayudaran a evitar las pérdidas de masa ósea (24).

También, los pacientes de EII tienen una mayor probabilidad de desarrollar en el futuro un Cáncer de Colon. Por ello, la realización de actividad física puede ser un medio eficaz para prevenir la aparición de estos tumores (6). Es conveniente resaltar a su vez, la influencia de la actividad física para prevenir la obesidad. Dentro de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal esto tiene una gran relevancia, ya que la obesidad incrementa los problemas y síntomas que sufren los pacientes (28, 7).

Uno de los estudios más destacados a la hora de afirmar la importancia de la actividad física en este tipo de sujetos, fue el realizado por Bilski et al. (1). Estos autores analizaron una muestra compuesta por 1857 participantes (1308 pacientes de Crohn y 549 pacientes de Colitis), y llegaron a la conclusión de que el incremento de ejercicio físico permite disminuir el riesgo de tener una nueva fase de actividad de la enfermedad, al cabo de 6 meses, en un 32% en pacientes de Crohn y un 24 % en pacientes de Colitis Ulcerosa.

En definitiva, la bibliografía científica resalta los efectos positivos del ejercicio físico sobre otras disfunciones asociadas a la enfermedad inflamatoria intestinal y sobre la salud mental de los pacientes, mientras que no existen muchos estudios que examinen la asociación entre ejercicio físico y la actividad de la enfermedad, o de aspectos exclusivamente relacionados con la enfermedad, como puede ser el grado de inflamación (12).

Tipo de actividades físicas aconsejadas para personas con la enfermedad inflamatoria intestinal

Como hemos afirmado con anterioridad, el ejercicio físico puede ser un elemento muy valioso para mejorar la calidad de vida de los pacientes de Enfermedad Inflamatoria Intestinal. Sin embargo, ¿cuál es el tipo de actividad física más recomendable para este tipo de sujetos?

De manera general, es aceptado que el ejercicio a alta intensidad puede producir, de manera transitoria, un aumento exacerbado de la inflamación y por tanto  de los síntomas de la Enfermedad de Crohn y de la Colitis Ulcerosa. Consecuentemente, este tipo de entrenamiento no se suele recomendar para pacientes con este tipo de enfermedades. En contraposición, una actividad aeróbica de 20 a 60 minutos de 2 a 5 días cada semana es recomendada (1).

En definitiva, para los pacientes que tienen algún tipo de Enfermedad Inflamatoria Intestinal se aconseja la realización de actividades aeróbicas continuas y a intensidades moderadas-altas, frente a las actividades realizadas a alta intensidad o de carácter intermitente. Además, se recomienda la realización de ciertos ejercicios de fuerza general, con el fin de evitar posibles problemas de osteoporosis (23, 24).

Bibliografía

  1. Bilski, J., Mazur-Bialy, A. I., Brzozowski, B., Magierowski, M., Jasnos, K., Krzysiek-Maczka, G.,… Brzozowski, T. (2015). Moderate Exercise Training Attenuates the Severity of Experimental Rodent Colitis: The Importances of Crosstalk between Adipose Tissue and Skeletal Muscles. Mediators of Inflammation, article ID 605071.
  2. Chambers, W. M., Warren, B. F., Jewell, D. P. y Mortensen, N. J. (2005). Cancer surveillance in ulcerative colitis. Br. J. Surg., 92, 928–936.
  3. Cleynen, I., Boucher, G., Jostins, L., Schumm, L. P., Zeissig, S., Ahmad, T.,… Wilson, D. C. (2016).Inherited determinants of Crohn’s disease and ulcerative colitis phenotypes: a genetic association study. Lancet, 387(10014), 156–167.
  4. Collins, R. H., Feldman, M. y Fordtran, J. S. (1987). Colon cancer, dysplasia, and surveillance in patients with ulcerative colitis. A critical review. N. Engl. J. Med., 316, 1654–1658.
  5. Eaden, J. A., Abrams, K. R. y Mayberry, J.F. (2001). The risk of colorectal cancer in ulcerative colitis: a meta-analysis. Gut., 48, 526–535.
  6. Friedenreich, C., Norat, T., Steindorf, K., Boutron-Ruault, M. C., Pischon, T., Mazuir, M.,… Riboli, E. (2006). Physical activity and risk of colon and rectal cancers: the European prospective investigation into cancer and nutrition. Cancer Epidemiology  Biomarkers Prevention, 15(12), 2398–407.
  7. Geerling, B. J., Badart-Smook, A., Stockbrugger, R. W. y Brummer, R. J. (1998). Comprehensive nutritional status in patients with long-standing Crohn disease currently in remission. Am J Clin Nutr., 67(5), 919–26.
  8. Gevers D., Kugathasan S., Denson L. A., Vázquez-Baeza, Y., Van Treuren, W., Ren, B.,… Xavier, R. J. (2014). The treatment-naive microbiome in new-onset Crohn’s disease. Cell Host Microbe, 15(3), 382–392.
  9. Gilat, T., Fireman, Z., Grossman, A., Hacohen, D., Kadish, U., Ron, E., Rozen, P. y Lilos, P. (1988). Colorectal cancer in patients with ulcerative colitis. A population study in central Israel. Gastroenterology, 94, 870–877.
  10. Halfvarson J. (2011). Genetics in twins with Crohn’s disease: less pronounced than previously believed? Inflamm. Bowel Dis., 17, 6–12.
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  12. Jones, P. D., Kappelman, M. D., Martin, C. F., Chen, W., Sandler, R. S. and Long, M. D. (2015). Exercise Decreases Risk of Future Active Disease in Inflammatory Bowel Disease Patients in Remission. Inflamm Bowel Dis., 21(5), 1063-71.
  13. Jostins L., Ripke S., Weersma R.K., Duerr, R. H., McGovern, D. P., Hui, K. Y.,… Zhao, H. (2012). Host–microbe interactions have shaped the genetic architecture of inflammatory bowel disease. Nature, 491(7422), 119–124.
  14. Karlén, P., Löfberg, R., Broström, O., Leijonmarck, C. E., Hellers, G. y Persson, P. G. (1999). Increased risk of cancer in ulcerative colitis: a population-based cohort study. Am. J. Gastroenterol., 94, 1047–1052.
  15. Khalili, H., Ananthakrishnan, A. N., Konijeti, G. G., Liao, X., Higuchi, L. M., Fuchs, C. S.,… Chan, A. T. (2013). Physical activity and risk of inflammatory bowel disease: prospective study from the Nurses’ Health Study cohorts. BMJ., 347, f6633.
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  17. Lobstein, T., Baur, L. y Uauy, R. (2004). Obesity in children and young people: a crisis in public health. Obesity Reviews, 5(1), 4–104.
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  21. Melinder, C., Hiyoshi, A., Hussein, O., Halfvarson, J., Ekbom, A. y Montgomery, S. (2015). Physical Fitness in Adolescence and Subsequent Inflammatory Bowel Disease Risk. Clinical and Translational Gastroenterology, 6(11), e121.
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  24. Robinson, R. J., Krzywicki, T., Almond, L., al-Azzawi, F., Abrams, K., Igbal, S. J., Mayberry, J. F. (1998). Effect of a low-impact exercise program on bone mineral density in Crohn’s disease: a randomized controlled trial. Gastroenterology, 115(1), 36–41.
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  29. Yashiro, M. (2014). Ulcerative colitis-associated colorectal cáncer. World Journal of Gastroenterology, 20(44), 16389-16397.
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Autor: Pablo Sánchez

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BIO: Profesor de Educación Física. Graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (UDC). Graduado en Educación Primaria, mención Educación Física (UEM). Máster en Profesorado de Educación Secundaria (UDC).

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