El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno neuropsicobiológico o del neurodesarrollo, que aparece normalmente en las primeras etapas del desarrollo evolutivo (niñez e infancia) y se caracteriza por una alteración de las funciones ejecutivas causando una gran disfuncionalidad en las personas que lo padecen (1).
En este artículo analizamos qué dice la ciencia sobre el ejercicio y TDAH.
Prevalencia del TDAH en los centros educativos
Pues bien, cada vez es más frecuente al acudir a los centros educativos, encontrarnos con más niños y niñas afectados por este trastorno. Autores destacan una mayor incidencia en niños que en las niñas con una relación de 4:1, entre un 5 y un 10% de la población infantil tiene TDAH (18).
Se ha estimado que la prevalencia del TDAH, en términos globales, es de un 5´29% en niños en edad de escolarización (9). En europa, en términos de prevalencia, es un 5% (niños y adolescentes entre 6 y 17 años (28).
En lo que respecta a la cifra de prevalencia a nivel nacional (a saber, España), el porcentaje asciende a un total de 6´8% de la totalidad de niños en edad escolar (24).
La nueva Ley Orgánica 8/2013 de 9 de diciembre, para la Mejora de la Calidad Educativa (3), más conocida como LOMCE, recalca el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) dentro de los alumnos con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo. Aspecto que no reflejaba la anterior Ley Orgánica 2/2006 de 3 de mayo, de Educación (LOE) (20).
Este aspecto, nos deja entrever que cada vez existen más niños con este trastorno, por ello debemos conocer bien sus características, su diagnóstico, la forma de identificarlo, así como unas pautas de actuación con este colectivo que a continuación se detallarán.
¿Cuál es el Origen del TDAH?
Este trastorno neurobiológico está provocado por un desequilibrio existente entre dos neurotransmisores cerebrales: la noradrenalina y la dopamina, que afectan directamente a las áreas del cerebro responsables del autocontrol y de la inhibición del comportamiento inadecuado.
Esto provoca en los niños que lo padecen un nivel inapropiado de inatención, hiperactividad e impulsividad, que es incoherente con su nivel de desarrollo (19).
Autores como Babaschewski, Hollis, Oosterlaan, Roeyers, Rubia, Willcutt, et al. (2005), señalan que el TDAH no es trastorno específico de las funciones ejecutivas, y que más bien podría estar relacionado con anormalidades motivacionales, en la organización motriz y la percepción del tiempo. Recientemente, otros autores están considerando que la motivación podría ser un elemento nuclear para explicar este trastorno (19).
Si bien es cierto, su origen no se puede identificar por una sola causa; más bien, es producido por múltiples factores que se combinan dando lugar a un trastorno complejo y con diferentes subtipos (2): tipo falta de atención, tipo hiperactivo-impulsivo y tipo combinado (Ilustración 1). Algunos de estos factores son genéticos, principalmente, y otros ambientales (3).
Se han identificado hasta 7 genes que muestran una asociación con el TDAH. Asimismo, los familiares de las personas con TDAH, tienen hasta cinco veces más posibilidades de padecerlo que las personas sin antecedentes (4).
Los factores ambientales más relevantes son los relacionados con el embarazo el parto y post-parto, como son el nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer y el consumo de tabaco y/o alcohol durante el embarazo (5).
¿Qué provoca el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad?
- Hiperactividad: el niño/a manifiesta un mayor nivel de actividad dad su edad, con dificultad para mantenerse quieto.
- Impulividad: presenta dificultades para controlar sus respuestas, emociones o conductas.
- Déficit de Atención: tiene problemas para concentrarse y prestar atención a una tarea durante un tiempo.
Sin embargo, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) no se presenta como un trastorno único e independiente, sino que suele presentar otras patologías asociadas. Las comorbilidades más frecuentes en estos casos son (20):
- Trastorno negativista Desafiante (50%)
- Trastorno del sueño (50%).
- Trastorno de Conducta (40%)
- Trastorno de Ansiedad (30%).
- Trastorno del Espectro Autista (28%).
- Tics (11%).
- Trastorno del Ánimo (4%).
¿Cómo saber si el niño/a tiene TDAH?
En un primer momento suelen ser los padres o los profesores los que detecten anomalías en el comportamiento del niño.
De todos modos el diagnóstico debe ser formulado por profesionales médicos expertos en el TDAH (neuropediatra, psiquiatra infantil, psiquiatra o neurólogo).
El diagnóstico se realiza a en base a la clínica médica, puesto que aún no hay pruebas de laboratorio capaces de determinarlo.
Para una detección eficaz, el profesional sanitario deberá recabar el máximo de información posible sobre la situación del niño o niña.
Para ello, efectuará entrevistas y cuestionarios a los padres, profesores y al propio niño. Asimismo, realizará una serie de análisis clínicos que le permitirán descartar otros posibles problemas: análisis médico, psicológico que indique sus capacidades y limitaciones y psicopedagógico que indique el riesgo de fracaso escolar.
Los profesionales médicos suelen observar también, entre otras cosas, los siguientes aspectos (19):
- Historia perinatal: se ha establecido una correlación entre el consumo de sustancias perjudiciales para la salud (alcohol, tabaco, drogas) durante el embarazo y los primeros meses de vida, y el TDAH.
- Presencia de otros trastornos psicológicos: se investiga, por parte del facultativo, si ha habido (o hay actualmente) TDAH u otros trastornos en los familiares directos.
- Síntomas: se trata de esclarecer el momento de aparición de la sintomatología (duración, características de la situación, nivel de afección y su funcionalidad); y si existe consenso entre las observaciones de los padres hacia el niño/a.
- Antecedentes familiares: se trata de establecer el historial psiquiátrico de los familiares, a causa de la importancia de la evidencia en investigación que se ha constatado en lo relativo a los factores genéticos en el desarrollo del TDAH.
- Exploraciones físicas: es imprescindible eliminar otros posibles causantes de los síntomas que no sean el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
¿Influye a nivel escolar?
Por supuesto. Los síntomas derivados del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) influyen directamente en la atención y hace que su cerebro estructure los contenidos asimilados de manera diferente.
Esto implica que el alumno con TDAH tenga problemas en diferentes tareas, como leer, escribir, memorizar, recordar, escuchar, hablar, deletrear, razonar…
¿Cómo tratar el TDAH en el colegio?
La terapia que ha demostrado ser más eficaz para tratar íntegramente los síntomas nucleares del TDAH es el tratamiento multimodal. Esto conlleva la inclusión de padres, profesores, médicos y psicólogos en todos los niveles de la terapia. Por tanto, se coordinan a un mismo tiempo tratamiento farmacológico, psicológico y psicopedagógico (23).
El tratamiento farmacológico ayuda a compensar la producción irregular de los neurotransmisores dopamina y noradrenalina dañados, actuando directamente sobre ellos y aliviando los síntomas del trastorno.
Estos fármacos pueden ser estimulantes o no estimulantes y siempre será un médico quién determine la opción más adecuada para cada niño (30).
El profesor junto a los padres son pieza clave a la hora de encauzar el comportamiento del alumno con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Para ello, el profesor puede poner en práctica unas medidas relativamente sencillas, pero muy efectivas que, en términos generales, son:
- La tolerancia, la paciencia y la autoridad son fundamentales en un profesor que tiene alumnos con TDAH.
- Cuando hay que hablar con ellos, lo mejor es hacerlo en privado, para no avergonzarle frente al resto de la clase.
- Hay que valorar el nivel en el que se encuentra el alumno en las distintas materias, identificando sus debilidades y fortalezas.
- Las normas deben ser claras.
- Es conveniente que se ubique en primeras filas, rodeado de alumnos tranquilos, a ser posible alejado de ventanas y puertas.
- Sobre el pupitre SÓLO lo necesario.
- Las instrucciones en aula deben ser cortas y directas empleando refuerzos positivos.
- Recurriremos al orientador del centro si necesitamos ayuda (30).
Generalidades y datos de interés sobre el TDAH
La prevalencia y el número de personas afectadas es un dato confuso. Aunque se suele situar en torno al 5% (6), en otros estudios la cifra llega hasta aproximadamente el 14% (7).
La causa de esta disparidad puede estar en la variación del criterio diagnóstico a lo largo de los años, al tipo de evaluación, a diferencias de género, tipo de muestra, y a errores en el diagnóstico diferencial (8).
Debido, entre otras causas, a lo expuesto anteriormente, el TDAH es uno de los conceptos que mayor controversia ha generado en los últimos años. Es frecuente escuchar que este trastorno, recogido como un trastorno en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (9), no es más que una invención de psicólogos o educadores, que tratan de poner un nombre a la falta de valores del niño, o de rigor educativo por parte de los padres o profesores.
Aproximadamente el 70% de la personas que tienen TDAH presentan comorbilidades, por lo que el diagnóstico y el tratamiento son más complejos (10). Las más frecuentes son el trastorno negativista desafiante, el trastorno de conducta, el trastorno de ansiedad y el trastorno del aprendizaje entre otros (11).
A continuación analizaremos qué relación existe entre ejercicio y TDAH y cómo este puede beneficiar a este colectivo.
Ejercicio y TDAH: Diagnóstico y tratamiento del trastorno
No es objeto de éste artículo el detallar o analizar el diagnóstico y los diferentes tratamientos que se emplean en este trastorno, pero sí se van a exponer de manera breve y esquemática para ofrecer una visión general que permita contextualizar el lugar que ocupa la actividad física en este tipo de trastornos.
Aparte del diagnóstico clínico -exploración verbal en formato de entrevista, y exploración física, que deben llevarse a cabo por profesionales cualificados, con experiencia y formación específicas sobre TDAH (12)- existen dos sistemas de clasificación de criterios diagnósticos en los que se recoge el TDAH: el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, para sus siglas en inglés) y la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), editados por la American Psychiatric Association (APA) y por la World Health Organization (WHO, u OMS en sus siglas en castellano) respectivamente.
Estos sistemas, reúnen una serie de criterios y síntomas para el correcto diagnóstico de los trastornos mentales en general y, concretamente, del TDAH. Agrupan los síntomas en varias categorías como la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad aunque difieren en otros aspectos como la edad de comienzo y la presencia de comorbilidades (9,13).
En cuanto a los tratamientos habituales, podemos encontrar varios tipos (con distintos niveles de evidencia), recogidos en la Guía de Práctica Clínica sobre el TDAH en niños y adolescentes (14):
- Psicológico: basado en los principios de la terapia cognitivo conductual (TCC).
- Psicopedagógico: intervenciones en el campo del aprendizaje con el objeto de prevenir o tratar el trastorno.
- Farmacológico.
- Combinado: combinación de tratamientos farmacológicos y psicológicos.
- Tratamiento de la comorbilidad: estrategia terapéutica asociada a las comorbilidades.
- Medicina alternativa y complementaria: recursos de salud paralelos al sistema de salud.
Ejercicio y TDAH: revisión de meta-análisis
Los beneficios del ejercicio y TDAH están ampliamente demostrados y evidenciados en casi cualquier problema de salud cardiovascular y en numerosas psicopatologías.
Solamente por la mejora en la condición física, el mantenimiento de una composición corporal saludable y el componente social y lúdico de la AF y el deporte, practicarla (especialmente de manera estructurada y/o supervisada) debería ser un dogma, salvo alguna contraindicación concreta.
Sin embargo en los trastornos mentales, habitualmente la AF aparece en un segundo plano (o apenas aparece, como en este caso) en cuanto a su recomendación de manera simplista, o cómo posible parte de un tratamiento de carácter multifactorial.
En los últimos años, en consecuencia con el creciente desarrollo de la investigación en las ciencias de la actividad física y el deporte, se ha comenzado a estudiar el impacto y relación entre ejercicio y TDAH.
Los estudios experimentales de intervenciones con ejercicio han comenzado a multiplicarse, permitiendo realizar meta-análisis (el tipo de estudio científico que presenta mayor nivel de evidencia) con los que aumentar el conocimiento y posibilitar la elaboración de recomendaciones con respecto al efecto del ejercicio y TDAH.
Se han identificado varios de estos artículos de meta-análisis a través de las bases de datos de MEDLINE y PSYCINFO, de los cuales 2 analizan la relación AF-TDAH de una manera directa y como un objetivo principal:
- En el primer estudio, se encontró un efecto de moderado a grande en la intervención con AF sobre varios de los síntomas centrales del TDAH (en ejercicio aeróbico y yoga) así como en otros síntomas relacionados (ejercicio aeróbico). Se incluyeron 8 artículos revisados para un total de 249 participantes (media de edad: 6 años), concluyendo que el ejercicio aeróbico a corto plazo (media aproximada de 5 semanas con una frecuencia de 2-3 veces por semana en sesiones de 50 minutos; intensidad moderada) puede ser una herramienta interesante para mejorar la atención, hiperactividad e impulsividad en personas con TDAH (15).
- En el segundo, una revisión con meta-análisis (16) que incluyó 22 estudios (579 participantes de edades entre 3 y 25 años), se observó un efecto de pequeño a moderado, en la intervención de AF (diversos tipos de ejercicio) en niños con TDAH y/o trastorno del espectro autista, e varias áreas de la cognición (especialmente en funciones inhibitorias y de la memoria), si bien en otras no se encontró ninguna mejora, concluyendo finalmente en el respaldo del uso y la eficacia del ejercicio y TDAH sobre algunos aspectos de las funciones cognitivas en estas personas, a la espera de comprender la relación entre dichas variables.
Actuaciones prácticas para un niño con TDAH
Forma de dar órdenes: deben ser concisas, breves y claras, manteniendo el contacto visual con el niño.
Motivación y feedback: debemos motivarlo, premiando conductas adecuadas, transmitiendo el concepto de «ganar doble» si hace bien una tarea y encima muestra un buen comportamiento se le recompensará de forma doble.
Realizaremos comentarios a menudo sobre lo que está haciendo («así lo estás haciendo muy bien»; «eso es un error»…) si podemos incluso con contacto físico tocando el hombro, chocando la mano, etc además de elogiar al niño cuando está concentrado. En definitiva debemos fomentar los premios y no los castigos, limitando estos últimos al momento exclusivo en que sean necesarios.
Control de estímulos: trasmitiremos la información de forma explícita, para ello pueden emplear notas que sirvan como recordatorios. Elaboraremos además un horario para que lo tenga en su escritorio.
Supervisión de tareas: es importante crearle rutinas que le estructuren su tiempo a lo largo del día.
División de actividades: fraccionar las tareas en pequeños pasos para que el niño asimile mejor los conocimientos y así evitar que se aburra. Es fundamental además, planificar horario de trabajo y de descanso, enseñándole al niño la importancia de organizarse él mismo, explicándole las ventajas que obtendrá en el futuro con la realización de las tareas.
Ignorar las actitudes inapropiadas (extinción de la atención) y, en el caso de que sean muy molestas, utilizar, sin abusar, la “silla de pensar”. Consiste en aislar al niño/a durante un tiempo determinado en un lugar sin estímulos y , una vez pasado ese tiempo, retomar la actividad sin hacer mención a lo ocurrido. Esto le servirá para que el niño/a reflexione sobre su actitud (7).
Debemos recordar que Ejercicio y TDAH parece ser una excelente combinación y ello debe ser considerado en los centros educativos.
Conclusión sobre el ejercicio y TDAH
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) está cada vez más presente en nuestra población Infantil (5-10%), por ello, debemos de mantener una adecuada coordinación entre el personal docente y el ámbito familiar para detectar posibles trastornos e identificar lo más pronto posible el TDAH para comenzar con las actuaciones oportunas que permitan al niño seguir su transcurso educativo sin acabar en el abandono escolar (18).
El deporte y la actividad física como ya hemos abordado en otras publicaciones será un medio ideal para que el niño mantenga la atención y aprende a autocontrolar sus estímulos de hiperactividad.
Además, el tratamiento farmacológico ayuda a compensar la producción irregular de los neurotransmisores dopamina y noradrenalina dañados, actuando directamente sobre ellos y aliviando los síntomas del trastorno. Éstos deben ser suministrados siempre por el personal cualificado correspondiente luego de un correcto diagnóstico.
Reforzar ante pequeños logros, dar ordenes claras y concisas, supervisar sus tareas y fraccionar las tareas serán actuaciones que ayudarán a controlar sus comportamientos. Emplear la «silla de pensar» aislando al niño durante cierto tiempo, ayudará a que reflexione sobre su conducta inadecuada.
El TDAH es un trastorno neuropsicobiológico controvertido y de causa confusa. Su diagnóstico es complejo pero existen varios tratamientos recomendados para su control.
Ejercicio y TDAH parece ser una excelente combinación. La actividad física es una herramienta imprescindible para cualquier persona y la evidencia científica actual (escasa en este caso) parece apoyar su uso en personas con este tipo de trastorno, mostrando beneficios en los síntomas del TDAH y en varias funciones cognitivas de relevancia.
La mejoría se ha observado en varios tipos de AF, por lo que es recomendable realizarla según nuestros gustos y posibilidades, aunque sería interesante conocer qué tipo o con que componentes se podrían maximizar estos beneficios.
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Autor Colaborador | Juanma Campos