La irisina es una miocina o mioquina secretada principalmente por el músculo esquelético en respuesta al ejercicio físico, ya sea aeróbico, de fuerza o de alta intensidad.
La irisina es una hormona polipeptídica que actúa principalmente sobre células adiposas subcutáneas, transformando la grasa blanca en grasa parda, además de tener gran incidencia sobre patologías como el cáncer, diabetes tipo 2 y en el proceso de envejecimiento.
El ejercicio físico como una polipíldora con efectos masivamente positivos sobre la salud metabólica…
El año 2012 un estudio de Bostrom y colaboradores descubre una mioquina noble a la que se llamó irisina, en honor a la diosa griega de la mensajería «IRIS».
La irisina es una hormona polipeptídica pequeña de 112 aminoácidos, secretada como producto de la fibronectina tipo III teniendo en su dominio la proteína 5 (FNDC5) y es inducida por el receptor activado por proliferador de peroxi-somas y (PPARy) y el coactivador transcripcional 1 a (PGC-1α) en el músculo esquelético.
La irisina permite la conversión del tejido adiposo blanco al tejido adiposo marrón con mayor termogénesis, que se sugirió como agente terapéutico para humanos enfermos metabólicamente como la obesidad o la diabetes tipo II (1).
Se ha postulado que la irisina modula la actividad de los macrófagos al reducir la sobreproducción de especies reactivas de oxígeno (ROS), lo que podría sugerir sus posibles propiedades antiinflamatorias, con una posible acción importante también en el curso de las enfermedades respiratorias (2).
Rol de la irisina sobre el tejido adiposo
Existe evidencia científica de que la Irisina se relaciona positivamente con la sensibilidad a la insulina y la pérdida de grasa (3).
Además, está involucrada en el proceso de conversión de tejido adiposo blanco a tejido adiposo pardo (4,5), tejido que es altamente termogénico y se ha propuesto como como un potencial tratamiento contra la obesidad morbida (6).
Se ha demostrado que la irisina aumenta sus niveles plasmáticos con el entrenamiento y estos resultados proveen la evidencia suficiente para decir que la Irisina podría mediar alguno de los efectos positivos de la práctica de ejercicio físico (7, 8).
La grasa parda es altamente termogénica, lo que permite aumentar el consumo de calorías totales y beneficiar a la perdida de tejido graso. La concentración de Irisina en sangre se relaciona positivamente con la sensibilidad a la insulina y la pérdida de grasa visceral.
Además, una mayor concentración de Irisina plasmática se relaciona con el alargamiento de los telómeros (definidos como regiones de ADN no codificante, altamente repetitivas, cuya función principal es la estabilidad estructural de los cromosomas).
Por otro lado, la irisina tambien se asocia con una mayor concentración de T4 plasmática y con un recién descubierto efecto antitumoral en algunos tipos de cáncer.
Todas las funciones mediadas por la Irisina, le atribuyen una acción protectora contra distintas enfermedades cardio-metabólicas.
Es fundamental comprender los efectos que tiene la realización de ejercicio sobre los niveles plasmáticos de irisina, así como también comprender como su liberación influye en distintos sistemas corporales. (9,10)
Importancia de estudiar a la irisina en tiempos de pandemia
Contar con una mayor información sobre esta miocina dará paso a comprender aún más porque el ejercicio físico es una estrategia terapéutica no farmacológica que contribuye en el tratamiento de enfermedades crónicas no transmisibles, así como también en reducir el riesgo de hospitalización por COVID-19. (11)
Se le atribuye a la Irisina el rol de mediar alguna de las ventajas que se conocen del ejercicio físico, siendo su principal función la de actuar sobre células adiposas subcutáneas, como se comentó anteriormente una acción termogénica.
A su vez, tiene el rol de ser mediador de otros de los efectos benéficos del ejercicio como son el aumento de la biogénesis mitocondrial y del metabolismo oxidativo (12).
La irisina en definitiva, en tiempos actuales sería un gran potenciador de cara a evitar el riesgo de acceso a múltiples enfermedades cardio-metabólicas, reducir los efectos secundarios del envejecimiento y evitar el riesgo de hospitalización por COVID-19.
Secreción de irisina
El músculo esquelético es un órgano endocrino que juega un rol fundamental en el control metabólico, esto gracias a la producción de proteínas denominadas mioquinas, que actúan como hormonas y cuya liberación está relacionada con la contracción muscular (13).
La secreción de la Irisina es ejercicio dependiente y por lo mismo le otorgan a esta proteína la denominación de mioquina ( hormona inducida por la realización de ejercicio físico, al igual que la interleucina 6).
La evidencia sugiere que la principal fuente de Irisina no sería el sarco-plasma del músculo esquelético, sino las capas de los nervios que se extienden en el músculo esquelético. Además, se encontró que habrían otros potenciales sitios de secreción como por ejemplo el tejido adiposo, testículos, páncreas, bazo, cerebro, y estómago (14).
Irisina y ejercicio físico
Se ha relacionado a la Irisina como un potente mediador de algunos de los beneficios metabólicos, que se sabía que ya ofrecía el ejercicio físico. Al realizar ejercicio aumenta la expresión de PGC-1α, la cual induce a la liberación de Irisina al torrente sanguíneo.
La evidencia nos muestra que los sujetos con afecciones cardiacas poseen una mejor capacidad cardiovascular tras ser evaluados mediante el consumo máximo de oxígeno (VO2 máx), obteniendo niveles de irisina mas altos en sangre que aquellos con menor VO2 máx.
Se sabe tambien que los niveles circulantes de Irisina en sujetos obesos aumentan después de 30 minutos de un ejercicio moderado/intenso, existiendo una correlación con los niveles de ATP, subproductos liberados de la lipolisis y glucólisis en el músculo, así como también, con la circunferencia de bíceps, siendo, el predictor más fuerte de los niveles circulantes de irisina.
Es relevante entender cómo los distintos tipos de ejercicio influyen en la liberación de Irisina. Bostrom y colaboradores (2012) demostraron que los niveles de Irisina aumentan tanto al realizar ejercicio cardiovascular como también al entrenar la fuerza, siempre y cuando sea una actividad regular.
Evidencia sobre la irisina como un biomarcador de intensidad y beneficios en el ejercicio
Tsuchiya y colaboradores (2014) compararon un trabajo de alta intensidad al 80% del VO2máx, versus un protocolo de baja intensidad al 40% del VO2máx, obteniendo como resultado que la liberación de irisina es proporcional a la intensidad del ejercicio.
El grupo que realizó ejercicio de alta intensidad, presentó niveles de lactato y concentraciones plasmáticas de Irisina más altas en comparación con los niveles antes de comenzar el ejercicio, mientras que el grupo de ejercicio de baja intensidad casi no obtuvo diferencias (15).
Nygaard y colaboradores (2015), nos muestran que una sola sesión de entrenamiento podría elevar considerablemente los niveles irisina circulante. Hallazgos que a la vez confirman que la irisina es una mioquina inducida por el ejercicio y que su aumento es solo transitorio (16).
La irisina no sólo es una mioquina, sino que también es una adipoquina, entonces al entrenar de manera crónica cambia sus efectos sobre la composición corporal, incluido el porcentaje de grasa, este seria uno de los factores de porque la irisina tambien podría verse disminuida en algunos casos.
Sin embargo, al analizar datos aislados de sujetos entrenados (antes y después) se encontró que los niveles circulantes de Irisina estaban significativamente aumentados después de realizar un entrenamiento de alta intensidad.
Conclusiones sobre el rol de la irisina en la salud metabólica
La evidencia científica nos muestra que la liberación de Irisina es mediada principalmente por la intensidad del ejercicio, los estudios plantean que los distintos tipos de ejercicio favorecen su liberación al torrente sanguíneo a través del musculo esquelético en mayor medida, pero existe una mayor liberación cuando los ejercicios son de alta intensidad o de fuerza.
Si bien faltan estudios que puedan ofrecer claridad sobre que metodologías de entrenamiento o ejercicios son más eficientes para promover la liberación de Irisina.
Existe bastante evidencia científica certera que respalda que esta mioquina es la encargada de catapultar muchos de los beneficios atribuibles al ejercicio, teniendo incidencia directa sobre patologías como el cáncer y diabetes tipo 2, en el proceso de envejecimiento, y no sólo en la termogénesis como se creía en un principio.
Se considera de suma utilidad contar con estudios realizados en poblaciones más numerosas y con diferentes protocolos de ejercicios a fin de entender o encontrar estrategias que potencien la liberación de ésta mioquina, forma tal de contar con formas precisas de exprimir al máximo las facultades terapéuticas no farmacológicas que ofrece el ejercicio físico para el tratamiento de enfermedades crónicas no transmisibles.
Referencias bibliográficas
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