La intolerancia a la lactosa es un problema relativamente frecuente en la sociedad actual. Aunque no cuenta con la misma incidencia en todos los países, muchas personas achacan esta condición, que limita y determina la dieta.
Hay que tener en cuenta que se ve restringida o limitada la ingesta de una gran cantidad de alimentos categorizados como saludables.
A continuación vamos a explicarte todo lo que necesitas saber sobre la intolerancia a la lactosa. Causas, diagnóstico y soluciones son los puntos fundamentales a la hora de entender bien el problema y de conseguir manejarlo de una forma eficiente.
Síntomas de la intolerancia a la lactosa
La sintomatología de la intolerancia a la lactosa es siempre similar. Se experimentan náuseas, vómitos, gases, diarreas o dolores de barriga tras el consumo del azúcar.
Varía la intensidad de los síntomas según se trate de un proceso más o menos agudo, también dependiendo de la dosis ingerida y del grado de intolerancia.
Es importante diferenciar este problema de otros como la alergia a las proteínas de la leche de vaca.
En este caso, además de aparecer síntomas a nivel digestivo, pueden reflejarse otros en la piel, como la aparición de granos o ronchas. Incluso puede reducirse la capacidad de respirar por inflamación de las vías aéreas.
Causas de la intolerancia a la lactosa
Son varias las causas que pueden originar una intolerancia a la lactosa.
En primer lugar hay que mencionar un componente genético capaz de impedir que se pueda sintetizar la enzima lactasa, encargada del metabolismo del azúcar (1).
Sin embargo, también pueden desarrollarse intolerancias adquiridas por un cese continuo en el aporte del glúcido, lo que lleva al organismo a cesar en la producción de la lactasa con el fin de ahorrar energía.
Esta es la causa más frecuente en los países asiáticos, donde no se consumen alimentos lácteos.
Por último, cabe destacar que alteraciones en la biodiversidad de la microbiota pueden determinar la aparición de una intolerancia a la lactosa (2).
Esto se debe a que existen cepas de bacterias que sintetizan lactasa, lo que permite un metabolismo eficiente del carbohidrato. Cuando el perfil de la microbiota se altera la producción de la enzima puede verse perjudicada.
¿Cómo puedo saber si soy intolerante a la lactosa?
Este es uno de los puntos más críticos. En la actualidad existe una cierta tendencia de diagnosticar intolerancia a la lactosa sin las pruebas pertinentes, o de quitar los lácteos de forma sistemática atribuyéndoles capacidades inflamatorias.
Lo cierto es que no existen evidencias conforme los lácteos inflamen el organismo. Tampoco acerca de que la lactosa presente una digestión deficiente en condiciones normales.
Para diagnosticar correctamente la intolerancia a la lactosa es preciso recurrir a una prueba de aliento que se basa en la medición del intercambio de gases tras la ingesta de una solución con una cierta concentración del azúcar.
En intervalos de 30 minutos el paciente ha de soplar en unas bolsas, donde se medirá de forma posterior la concentración de CO2.
Este método diagnóstico está disponible en los hospitales. Se puede realizar para comprobar si existe alguna dificultad en el metabolismo del azúcar.
En ocasiones, los médicos digestivos recomiendan someterse a la prueba si detectan indicios del trastorno.
¿Cuánto tiempo duran los síntomas de la intolerancia a la lactosa?
Depende mucho de cuántos lácteos o alimentos que contienen leche consume una persona y qué tan poca lactasa produce su organismo.
Usualmente, entre 30 minutos y 2 horas después de haber comido, una persona con intolerancia a la lactosa tendrá nauseas, calambres estomacales, distensión abdominal, gases y diarrea.
Soluciones para el manejo de la intolerancia a la lactosa
Cuando se diagnostica intolerancia a la lactosa existen diferentes caminos sobre la mesa que se pueden tomar para manejar el problema. Lo primero es detectar cual es la causa.
En el caso de que se presente un componente genético, lo más apropiado será retirar el carbohidrato de la dieta o ingerir de forma paralela la enzima lactasa.
Sin embargo, en el caso de que el trastorno surja a partir de un proceso de disbiosis o de una alteración de la microbiota, se puede optar por el tratamiento con probióticos.
Este ha demostrado ser eficaz en bastantes casos, sobre todo cuando se administran cepas de Lactobacillus y de Bifidubacterium (3).
De este modo se asientan las bacterias capaces de metabolizar el glúcido, evitando las molestias propias de la intolerancia.
Por último, es necesario evitar restringir los productos lácteos durante periodos de tiempo largos, a modo preventivo.
De lo contrario podría atrofiarse la síntesis de la enzima lactasa, lo que genera una intolerancia a medio plazo, situación en la que se encuentran los habitantes de muchos países asiáticos.
Cuidado con retirar los productos lácteos
En el caso de que la única solución que se contemple para el manejo de la intolerancia a la lactosa sea la restricción del consumo de lácteos, habrá que tomar ciertas precauciones al respecto.
Cabe tener en cuenta que dichos alimentos cuentan con nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
Es preciso sustituir el aporte proteico de los lácteos, siendo estas proteínas de alto valor biológico. Por ello se recomienda realizar un incremento en la ingesta de huevos.
Estos contienen todos los aminoácidos esenciales y una dosis representativa de vitamina D, micronutriente que también está presente en muchos lácteos.
Además, puede ser recomendable suplementar con un producto de probióticos. Hay que tener en cuenta que los lácteos fermentados son una de las pocas fuentes dietéticas de bacterias saludables. Si se suprimen la flora intestinal puede verse alterada.
Para prevenir tal situación resulta aconsejable elegir un probiótico de calidad. Para ello hay que fijarse en la cantidad de unidades formadoras de colonias que contiene el producto, así como en la capacidad del encapsulado de resistir los ácidos estomacales.
Si tienes dudas lo mejor es consultar con un profesional.
Intolerancia a la lactosa, un problema frecuente
Como ves, la intolerancia a la lactosa es un problema digestivo relativamente frecuente. La incidencia varía según la región, pero al presentar un componente genético, cualquier sujeto puede ser susceptible de padecerlo o desarrollarlo.
La suplementación con probióticos puede resultar determinante para corregir el problema en muchos casos. No obstante, existen situaciones donde la única salida es retirar los lácteos de la dieta o administrar una pastilla de lactasa de forma conjunta a los mismos.
En dichos casos es necesario ajustar la alimentación con el objetivo de prevenir déficits que condicionen el estado de salud del individuo.
Debemos tener en cuenta que los productos lácteos se consideran como saludables y aportan nutrientes esenciales para asegurar la homeostasis del organismo.
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Referencias bibliográficas
- Walkowiak, J., Fidler-Witoń, E., Glapa, A., Paszkowski, J., Borejsza-Wysocki, M., Miśkiewicz-Chotnicka, A., Banasiewicz, T., & Lisowska, A. (2019). Lactose intolerance, lactose malabsorption and genetic predisposition to adult-type hypolactasia in patients after restorative proctocolectomy. Acta biochimica Polonica, 66(2), 173–175.
- Oak SJ, Jha R. The effects of probiotics in lactose intolerance: A systematic review. Crit Rev Food Sci Nutr. 2019;59(11):1675-1683.
- Leis, R., de Castro, M. J., de Lamas, C., Picáns, R., & Couce, M. L. (2020). Effects of Prebiotic and Probiotic Supplementation on Lactase Deficiency and Lactose Intolerance: A Systematic Review of Controlled Trials. Nutrients, 12(5), 1487.