La vida sedentaria está relacionada con una inmensa cantidad de riesgos para la salud. La práctica de actividad física es beneficiosa en muchos aspectos. A pesar de ello, las personas expuestas a un estilo de vida muy activo o atletas en un nivel competitivo también son susceptibles a un número importante de amenazas a su salud y bienestar, especialmente en ausencia de una supervisión médica adecuada (1).
Para la realización de las actividades físico deportivas debe tenerse en cuenta una alimentación saludable, de lo contrario puede llevar a situaciones desfavorables.
Debe mantenerse un equilibrio energético (entre ingesta y gasto de nutrientes). En cuanto se mantiene crónicamente un gasto calórico superior a la ingesta de energía, el organismo conduce a adaptaciones fisiológicas para ahorrar combustible, lo que contribuye en última instancia a consecuencias clínicamente perjudiciales para la salud (2). Éstas se conocen como la triada de la mujer atleta.
En las últimas décadas, hemos asistido a la incorporación de la mujer a la competición deportiva en todos sus ámbitos. La mujer deportista debido a sus condiciones de maduración y fisiológicas, puede sufrir lesiones o patologías específicas como la tríada de la mujer deportista.
La tríada de la mujer deportista es aún una gran desconocida por parte de muchos profesionales del ámbito deportivo. Se estima una alta prevalencia en jóvenes deportistas, aunque tiende a estar subestimada e infra-diagnosticada. La tríada de la mujer deportista se reconoce por los tres siguientes bloques:
- Desorden alimentario o baja disponibilidad energética
- Problemas menstruales
- Baja densidad mineral ósea
Puede llegar a plantear riesgos y consecuencias a medio y largo plazo en la salud de la mujer, llegando en algunos casos a ser graves. Entre los diferentes riesgos que entraña se destacan:
- Elevado riesgo de fractura por estrés.
- Disfunciones metabólicas o reproductivas como imposibilidad por quedarse embarazada.
- Desórdenes nutricionales o gastrointestinales.
- Consecuencias psicológicas como ansiedad, trastornos alimentarios y baja autoestima.
Por ello, la detección temprana y la prevención son las mejores armas para combatir la tríada de la mujer deportista.
¿Qué es la Tríada de la Mujer deportista?
Se trata de un síndrome cuyos componentes son: la baja disponibilidad energética, disfunción en el ciclo menstrual y alteraciones del hueso (3).
La disponibilidad de energía se define como la cantidad de energía disponible para los procesos fisiológicos y actividades de la vida diaria después de restar la energía utilizada para el entrenamiento con ejercicios (4) y se calcula de la siguiente manera: (ingesta de energía – el gasto energético del ejercicio) / kg de masa corporal magra(5). El déficit de aporte energético provoca o agudiza los otros dos componentes de la tríada.
El eje hipotálamo- hipofisario, responsable de liberar las gonadotropinas que darán lugar a las hormonas sexuales que regula el ciclo ovulatorio de la mujer puede ser alterado e incluso suprimido por la insuficiente energía. Dicha alteración puede dar lugar a la amenorrea hipotalámica funcional; que es el resultado de un trastorno funcional del hipotálamo caracterizado por la supresión hipotalámica en ausencia de un cambio en la estructura del hipotálamo (6).
La baja disponibilidad de energía también se ha identificado como un factor determinante de la salud de los huesos debido tanto a factores relacionados con la energía y relacionados con el estrógeno. Además, el efecto supresor de la baja disponibilidad de energía en el eje reproductivo y, por consiguiente, la función menstrual, lo que contribuye a la disminución de las concentraciones séricas de estrógeno, provoca una regulación al alza de la resorción ósea. (7). A diferencia de los otros componentes de la Tríada de la Mujer Deportista, la mala salud ósea, a menudo no tiene síntomas evidentes, y por lo tanto se desarrolla en silencio, sin el conocimiento de la atleta.
Como se describe en un artículo de revisión reciente de Gibbs et al, se observó una baja densidad mineral ósea (DMO) entre el 0% -15,4% de las mujeres atletas cuando se define como un Z -score ≤-2,0 y entre un 0% -39,8% cuando se define como un Z -score entre -1,0 y -2,0 (8) .
Numerosos investigadores han informado de que las atletas amenorreicas presentan una DMO menor que sus contrapartes eumenorreicas (9) y existe una fuerte evidencia de que las alteraciones metabólicas y hormonas reproductivas causadas por un déficit de energía contribuyen al desacoplamiento del metabolismo óseo y la masa ósea baja posterior.
Los dos determinantes de riesgo de osteoporosis son el pico de masa ósea alcanzado hasta la tercera década de la vida y la velocidad de pérdida posterior (10). De ellos, el nivel de masa ósea alcanzado durante la madurez esquelética (masa ósea máxima) es el principal, por ello durante la juventud resulta importante el aporte de todos los nutrientes implicados en el desarrollo óptimo del hueso con el objeto de conseguir la mayor masa ósea posible (11).
Elementos de la tríada de la mujer deportista
Como se ha adelantado, latríada de la mujer deportistase compone de tres principales bloques relacionados entre si. En primer lugar se suele dar uno de ellos que si persiste en el tiempo conlleva la aparición del otro como un efecto en espiral.
El Colegio Americano de Medicina deportiva (ACSM) alertó de la tríada de estos tres elementos en la atleta en 1997. Diez años después, hizo un posicionamiento y planteamiento actual del problema (ACSM, 2007). Sobre todo, se manifiesta en mujeres cuya disciplina haga énfasis en un físico delgado o un índice de masa corporal y grasa bajo. En la siguiente imagen se puede visualizar el triángulo de elementos que conforma la tríada de la mujer deportista.
¿Cuales son las consecuencias?
Debido a la baja disponibilidad energética mantenida en el tiempo, las mujeres adolescentes no alcanzarán su pico máximo óseo con el consiguiente aumento del riesgo de padecer osteopenia u osteoporosis a largo plazo y todas las consecuencias que de ello derivan.
Además, estos trastornos alimentarios provocarán múltiples complicaciones médicas y psicológicas asociadas.
En cuanto a la amenorrea puede dar lugar a infertilidad e hipoestrogenismo.
La DMO disminuye en relación al número de ciclos menstruales perdidos, y la DMO perdida puede no ser enteramente reversible. Las fracturas de estrés ocurren más frecuentemente en deportistas con irregularidades menstruales y/o baja DMO.
¿Cómo prevenirlo o reducir sus efectos?
Se sabe que algunas modificaciones pueden ser preexistente y otras, exacerbados durante la práctica de deportes. Por esta razón, se propone la realización de una evaluación previa a la participación – llamado Examen Pre-Participación (PPE) – para todas las personas dispuestas a iniciar o mantener una rutina de ejercicio físico.
El objetivo del PPE es promover la salud y seguridad de todos los deportistas en los entrenamientos y competiciones, y no excluirlos de las actividades (12). Esta práctica fue recomendada desde el 2007 por el Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM) específicamente en las mujeres atletas. A pesar de ello, esta práctica no es común, especialmente en nuestro país. Además el PPE no se implementa de forma adecuada o uniforme, y por lo tanto debemos esforzarnos más para el establecimiento de protocolos generales (13).
Sin embargo, una vez instaurada la Tríada de la Mujer Atleta, la primera estrategia de actuación es el aumento de la disponibilidad energética, que fue la primera en desencadenar todo el proceso. También se debe tener en cuenta la ingesta adecuada de calcio (1,000-1,300 mg / día) y vitamina D (600-1000 UI / día) (14) primordiales para la correcta formación del hueso.
Se debe considerar la participación en el entrenamiento de impacto, resistencia y / o el ejercicio de levantamiento de peso, que son osteogénicos (ayudan a la formación de hueso (15).Sin embargo, se debe tener cuidado en la aplicación de actividades de alto impacto en las mujeres atletas con DMO baja debido a la posibilidad de fractura.
Factores de Riesgo de la tríada de la mujer deportista
Son varios los síntomas y factores de riesgos relacionados con la tríada de mujer deportista. A continuación se explican los principales:
El tipo de deporte. Las disciplinas deportivas que tienen categorías de peso, que favorecen la delgadez o que envuelven un componente de valoración subjetiva conforman uno de los principales factores de riesgo. El entrenamiento deportivo a tempranas edades también es un factor de riesgo añadido. Se ha observado una mayor prevalencia detríada de mujer deportista en aquellos deporte donde el peso de la deportista desempeña un papel crucial (patinaje artístico, gimnasia, artes marciales, remo, lucha libreo, ciclismo etc.). Algunas niñas o mujeres pueden desarrollar hábitos de alimentación poco saludables para alcanzar la categoría de peso deseada. En estos deporte la prevalencia de deportistas con desórdenes alimentarios es muy alta.
Condicionantes psico-sociológicos. La psicología de cada deportista así como el su entorno juega un papel importante a la hora de desarrollar ciertas conductas. Una baja autoestima, personalidad depresivo, obsesión con el peso o entornos familiares desestructurados pueden favorecer la aparición de desordenes alimentarios. Muchas jóvenes deportistas o mujeres que practican actividad física se preocupan de forma excesiva por la comida o el peso corporal. Los comportamientos relacionados con la preocupación en torno al peso o la ingesta calórica son signos que pueden predisponer a la tríada de mujer deportista.
Intensidad y tipo de entrenamiento. En muchas ocasiones el sobreentrenamiento y la falta de recuperación o adecuado descanso de la mujer deportista puede llevar asociado fracturas por estrés o incluso pérdida del ciclo menstrual.
Amenorrea o ciclo menstrual irregular. La literatura científica ha reconocido la asociación entre el entrenamiento físico y los cambios en el ciclo menstrual, existiendo una prevalencia mayor de amenorrea en la mujer deportista (3-66%) frente a la mujer normal (3-5%). Un estudio de Torstveit & Sundgot-Borgen (2005) encontró como la mujer atleta sufre mayor prevalencia de disfunción menstrual y fracturas por estrés en comparación con las mujeres control. Las concentraciones bajas de hormonas ováricas en las atletas con desordenes menstruales se asocia directamente con la reducción de masa ósea.
Baja densidad mineral ósea o pérdida de masa ósea. La pérdida de masa ósea se puede ver agravada por la deficiencia de energía y baja ingesta calórica que muchas deportistas sufren. Esta pérdida de masa ósea o la baja densidad mineral ósea es un factor de riesgo para las fracturas por estrés y la aparición temprana de la osteoporosis (huesos débiles que se rompen con facilidad).
Prevención y Detección Temprana de la tríada de la mujer deportista
Los cambios en el peso corporal se pueden detectar en semanas, las irregularidades cambios menstruales en meses y pérdida de masa ósea en años. De esta interacción de factores se extrae la importancia en la detección y prevención temprana.
En ocasiones, la atleta o los propios profesionales involucrados en su preparación pueden creer que es normal tener amenorreas o ciclos menstruales irregulares. En otras ocasiones, se llega a favorecer la pérdida de menstruación de forma intencionada por motivos competitivos.
Durante el tiempo que duren los ciclos menstruales irregulares o la amenorrea, se pone en riesgo también la salud ósea. Los bajos niveles de estrógenos tienen repercusiones a largo plazo sobre la densidad mineral ósea. Cualquier irregularidad menstrual debe ser evaluada por un médico en los tres primeros meses de su aparición para poder prescribir un tratamiento adecuado. Realizar densitometrías periódicas a las atletas es una forma de prevención y detección adecuada en el caso de baja densidad ósea.
El posicionamiento de la ACSM (2007) sobre la tríada de mujer deportista, señala que una baja disponibilidad energética o ingesta calórica puede ocurrir de manera intencionada o no en la deportista. Además, puede estar o no asociado a un desorden alimentario. A veces lo que ocurre es que existe un desequilibrio entre la ingesta calórica total y el gasto diario.
Troy et al., (2007) al respecto de un estudio realizado sobre el conocimiento de la triada indican que es necesario un mayor nivel de conciencia y educación sobre la misma. Encontraron que sólo un 8% de los entrenadores fueron capaces de identificar sus tres componentes y sólo el 9% de los médicos se sentían cómodos en el tratamiento de la triada.
La prevención temprana, reconocimiento y tratamiento de la tríada de la mujer deportista debe ser una prioridad para todos los profesionales involucrados en cualquier aspecto de la atleta. Tanto los profesionales sanitarios como el personal deportivo de forma interdisciplinar deben ayudar a la deportista a alcanzar sus objetivos físicos y deportivos sin poner en riesgo su salud.
Conclusiones
La Tríada de la Mujer Atleta se debe a una baja disponibilidad energética que provocará un desajuste del ciclo menstrual y una mala formación del hueso. Esto provocará desajustes hormonales, fragilidad ósea y osteoporosis prematura a largo plazo.
Para prevenirlo se debe controlar a las atletas desde el punto de vista nutricional para que lleven una correcta alimentación que les mantenga en equilibrio energético. Asimismo, es de vital importancia la supervisión por los profesionales del deporte y la aplicación del Examen Pre-Participación (PPE) según los protocolos establecidos.
La Tríada de la Mujer Atleta es un síndrome poco conocido y con un origen etiológico silencioso que puede pasa inadvertido y cuyas consecuencias son observables a largo plazo. Por ello se debe promover su conocimiento para poder realizar una prevención primaria.
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