La intolerancia al gluten se conoce en el mundo científico como sensibilidad no celíaca y genera una serie de síntomas que es bueno conocer.
No siempre es preciso retirar la proteína de la dieta cuando se sufre este problema, pero puede ser positivo reducir su presencia en la pauta habitual para mejorar así la sensación del paciente.
En primer lugar hemos de comentar que el gluten es una proteína que se encuentra generalmente en ciertos alimentos de origen vegetal, como los cereales.
No cuenta con un valor biológico elevado y su digestibilidad tampoco es alta. Se podría prescindir de ella perfectamente, aunque su consumo no se considera nocivo siempre y cuando no genere alteraciones a nivel intestinal.
¿Qué es la intolerancia al gluten?
Se conoce como intolerancia al gluten a la incapacidad de metabolizar bien el nutriente, lo que puede provocar el incremento en la formación de gas en el tubo digestivo (1).
La intolerancia al gluten se trata de una condición que puede ser pasajera o temporal, y que no todo el mundo experimenta con el mismo grado de intensidad. De hecho, hay personas sensibles al gluten que toleran una cierta dosis de la proteína en las comidas sin mayor alteración o sintomatología.
Esta última intolerancia al gluten es una de las grandes principales diferencias con respecto a la celiaquía. En la enfermedad celíaca hay que asegurar la ausencia total de gluten y de trazas en la preparaciones culinarias, ya que de lo contrario se pondría en riesgo la salud a corto y a medio plazo.
En la intolerancia al gluten hablaríamos aquí de una patología con base autoinmune que genera una respuesta inflamatoria desmesurada. Normalmente se manifiesta durante las primeras etapas de la vida y presenta un componente genético importante (2).
Sin embargo, la intolerancia al gluten es mucho más permisiva en lo que a dieta se refiere. En el peor de los casos se experimentarán diarreas, gases e hinchazón tras el consumo de alimentos con gluten.
Incluso el problema puede desaparecer con el paso de los años de manera espontánea o a partir de una intervención a nivel de microbiota.
Se especula con la posibilidad de incluir ciertas cepas de probióticos como suplementos en la pauta para lograr así evitar el desarrollo de las molestias en las personas que cuentan con intolerancia al gluten (3).
Todavía faltan evidencias sólidas al respecto, pero poco a poco este mecanismo se consolida como una posible alternativa para el manejo de esta alteración.
¿Qué alimentos contienen gluten?
A la hora de planificar la dieta de una persona con intolerancia al gluten será clave conocer qué alimentos cuentan con esta proteína en su interior, para al menos reducir su consumo en un primer momento.
Normalmente son el trigo, la cebada y los derivados los principales cereales que albergan el nutriente. Obviamente muchos de los ultraprocesados industriales cuentan con uno de estos dos productos como ingredientes, por lo que evitarlos será clave.
Eso sí, simplemente el hecho de restringir la presencia de procesados en los menús puede llegar a generar una gran mejoría en la salud intestinal de las personas más allá de que exista o no un problema con el gluten.
Estos comestibles son fuente de ácidos grasos de tipo trans, elementos inflamatorios que cuentan con la capacidad de incrementar el riesgo de sufrir patologías crónicas y complejas (4).
Ahora bien, hay que hacer especial mención también a los efectos de la avena en las digestiones de las personas con intolerancia al gluten.
Hablamos de un cereal que no aporta la proteína como tal, pero sí un análogo, la avenina. En este caso habrá que probar la tolerancia individual, ya que algunas personas experimentan sintomatología tras su consumo y otras no.
Si fuese posible sería interesante su inclusión en la pauta, debido a que este alimento aporta una cantidad significativa de fibra soluble de alta calidad. Es muy bueno para la microbiota.
¿La dieta sin gluten es buena para todo el mundo?
A pesar de que circulan muchos mitos al respecto es importante destacar que la dieta sin gluten no es buena para todo el mundo.
Solo las personas celíacas o con intolerancia al gluten se beneficiarán de este tipo de pauta. Incluso quienes hayan desarrollado alguna patología de tipo neurológico, como el autismo, podrían comenzar un planteamiento de este tipo para experimentar mejoras (5).
Sin embargo, salvando estos casos, no es recomendable restringir totalmente esta proteína vegetal de la alimentación.
Y es que el organismo puede perder la capacidad de digerir y de metabolizar el nutriente si se expone a un periodo de supresión durante un tiempo suficiente.
Al volver a reintroducirlo se generarían síntomas como hinchazón, gases y diarrea. Esto no resulta para nada conveniente en las personas que estaban sanas.
Por otra parte, no se ha conseguido demostrar que en gente sin patologías la presencia de gluten en la dieta ocasione trastornos de tipo inflamatorio o ineficiencias en el funcionamiento de la fisiología en el medio interno. Más bien al contrario, no deja de ser un complemento a las proteínas totales de la dieta.
No cuenta con una calidad excesiva, pero puede ser importante para cubrir los requerimientos diarios. Hay que tener siempre presente que resulta más sencillo quedarse corto en cuanto a proteínas que pasarse.
Intolerancia al gluten, un problema digestivo muchas veces pasajero
Como has podido comprobar, la intolerancia al gluten es un problema no demasiado grave que puede tener en ocasiones un carácter transitorio.
Aun así, será importante diagnosticarlo correctamente para diferenciarlo de situaciones de disbiosis que sí puedan resultar más preocupantes para el funcionamiento del tubo digestivo.
Sea como fuere, conviene plantear una dieta adecuada con el objetivo de reducir las molestias, buscando una intervención a nivel de microbiota para procurar que poco a poco la tolerancia a la proteína se incremente.
Por último, cabe destacar que la sensibilidad al gluten puede verse condicionada en ocasiones por la existencia de alguna patología inflamatoria de tipo intestinal.
Las relaciones no están todavía claras a día de hoy, pero algunos pacientes se benefician de la supresión del nutriente en la pauta a la hora de controlar la sintomatología.
Lo que está claro es que este tipo de enfermedades como la intolerancia al gluten tienen un componente muy individual, por lo que será determinante comprobar la tolerancia previa para ajustarse a las necesidades de cada paciente.
Referencias bibliográficas
- Roszkowska, A., Pawlicka, M., Mroczek, A., Bałabuszek, K., & Nieradko-Iwanicka, B. (2019). Non-Celiac Gluten Sensitivity: A Review. Medicina (Kaunas, Lithuania), 55(6), 222.
- Lebwohl, B., Sanders, D. S., & Green, P. (2018). Coeliac disease. Lancet (London, England), 391(10115), 70–81.
- Di Pierro, F., Bergomas, F., Marraccini, P., Ingenito, M. R., Ferrari, L., & Vigna, L. (2020). Pilot study on non-celiac gluten sensitivity: effects of Bifidobacterium longum ES1 co-administered with a gluten-free diet. Minerva gastroenterologica e dietologica, 66(3), 187–193.
- de Souza, R. J., Mente, A., Maroleanu, A., Cozma, A. I., Ha, V., Kishibe, T., Uleryk, E., Budylowski, P., Schünemann, H., Beyene, J., & Anand, S. S. (2015). Intake of saturated and trans unsaturated fatty acids and risk of all cause mortality, cardiovascular disease, and type 2 diabetes: systematic review and meta-analysis of observational studies. BMJ (Clinical research ed.), 351, h3978.
- Sumathi, T., Manivasagam, T., & Thenmozhi, A. J. (2020). The Role of Gluten in Autism. Advances in neurobiology, 24, 469–479.