El aceite de krill es una buena fuente de ácidos grasos de la serie omega 3 que se puede incluir en la dieta para salvar déficits y para conseguir prevenir el desarrollo de ciertas patologías complejas.
El aceite de krill cuenta en su interior con nutrientes de alta calidad y ayudará a equilibrar el aporte de lípidos, por lo que cada vez son más las personas que lo incluyen en las rutinas.
Antes de comenzar hemos de comentar que el krill es un crustáceo parecido al camarón que cuenta con una proporción elevada de proteínas en su interior y que sirve de alimento para varios tipos de peces. De hecho, se puede utilizar también como aditivo alimentario en forma de harina para preparar múltiples platos y aumentar así su densidad a nivel nutricional.
¿Qué beneficios tiene el aceite de krill?
Como comentamos, el aceite de krill es una de las mejores fuentes de ácidos grasos de la serie omega 3 que se pueden encontrar en la naturaleza.
La proporción de DHA en su interior es elevada, elemento determinante para consolidar un buen estado de salud. Y es que la conversión de ALA y EPA a DHA en el interior del organismo no es buena, por lo que resulta importante garantizar un aporte suficiente de este último compuesto (1).
En este sentido, es mejor incluir en la pauta omega 3 a partir de alimentos de origen animal. Los productos vegetales no suelen presentar en su interior dosis suficientes de DHA, lo que compromete el equilibrio inflamatorio en el medio interno.
Pero además, el consumo de omega 3 cuenta con otros muchos beneficios. Se torna fundamental para la salud cardiovascular (3), por ejemplo.
Asimismo, acelera la recuperación muscular tras un esfuerzo intenso y previene el catabolismo de la masa magra en condiciones de dieta hipocalórica.
Por ello siempre es determinante asegurar un aporte suficiente de esta clase de lípidos poliinsaturados cuando se propone un planteamiento con objetivo de reducir grasa corporal.
No hay que olvidar tampoco que el aceite de krill puede ayudar a mejorar el funcionamiento de las articulaciones, actuando en la mejora de la lubricación (4). Funciona cuando existen episodios de artritis o de artrosis y puede ser clave en la prevención de ambas dolencias. Incluso sin llegar a estos extremos.
Los atletas experimentarán reducciones del dolor articular tras sesiones intensas de trabajo cuando el consumo de dichos lípidos es suficiente.
¿Cuál es el valor nutricional del aceite de krill?
El krill está compuesto en su mayoría por proteína con todos los aminoácidos esenciales en su interior. Suponen el 60 % del valor energético total. Pero también destacan los lípidos, sobre todo los fosfolípidos.
Dentro de los ácidos omega 3 sobresalen el EPA y el DHA, como ya hemos mencionado anteriormente. Y es que hablamos de un producto saludable con una concentración elevada en nutrientes de calidad.
Es importante mencionar también que dicho alimento cuenta con astaxantina. Este compuesto es un antioxidante responsable de la pigmentación. Consigue neutralizar la formación de los radicales libres y su posterior acumulación en los tejidos del organismo, lo que reduce el riesgo de desarrollar patologías crónicas y complejas a medio plazo. A parte, ejerce efecto antiinflamatorio.
Ahora bien, el aceite de krill concentra fundamentalmente grasa. Si lo que queremos es aprovechar todos los nutrientes del crustáceo sería preciso consumirlo mediante otra forma de presentación distinta, como la harina de krill. Este elemento se incluye de forma sencilla en la cocina y aumenta la densidad nutricional de las preparaciones. Al mismo tiempo, mejora la calidad organoléptica de las mismas.
¿Es mejor aceite de pescado o aceite de krill?
En la actualidad muchas personas se suplementan con aceite de pescado, como el de hígado de bacalao, para mejorar el aporte lipídico de la dieta. El aceite de krill podría usarse con este fin también.
Lo cierto es que no existen evidencias de que la disponibilidad de los lípidos de este último comestible mejore la de las opciones tradicionales. Sin embargo, puede que la tasa de oxidación sea menor cuando hablamos de suplementos.
Este es uno de los grandes problemas de los suplementos de omega 3 y similares en el mercado. Dichos lípidos tienen gran facilidad para la oxidación, lo que reduciría su impacto positivo en el organismo.
Una señal de baja calidad es una digestión posterior pesada, por ejemplo. Si provoca gases o mal sabor de boca puede significar que el producto no se encuentra en buen estado. Pero aun sin llegar a esta situación, la disponibilidad no tiene por qué ser óptima siempre.
Sea como fuere, a la hora de adquirir suplementos de omega 3 o de aceite de krill lo mejor es asegurarse de que existe algún organismo certificador que corrobora la calidad de los mismos.
De lo contrario podríamos estar tirando el dinero ingiriendo un elemento que no es capaz de controlar de forma eficiente la inflamación en el medio interno.
Ahora bien, cuando nos encontramos ante dos productos de alta calidad, no parecen existir grandes diferencias entre el omega 3 procedente del pescado y el que se encuentra en el aceite de krill.
Puede que las concentraciones de DHA, EPA y ALA sean distintas, pero no lo suficiente como para generar cambios significativos en la respuesta del organismo.
¿Cuándo suplementar con aceite de krill?
No siempre es necesario incluir un suplemento de aceite de krill o de ácidos grasos omega 3 en la dieta. De hecho, lo ideal sería garantizar un buen perfil lipídico solamente por medio de los alimentos. Sin embargo, esto no siempre es posible.
Los equilibrio de las grasas en muchos productos se encuentra alterado por los métodos de cría de los animales, lo cual dificulta la homeostasis en el medio interno.
También afecta el hecho de que cada vez se incluye menor cantidad de pescado en la dieta semanal. Al menos deberían de aparecer un par de raciones de pescado azul para aumentar la presencia de DHA en las rutinas.
Pero hablamos de un producto cuyo precio es elevado, lo que hace que no esté al alcance de todo el mundo. A esto le sumamos que los peces de piscifactoría tampoco contiene todo el omega 3 que deberían respecto a variedades salvajes.
Por lo tanto, cuando en la dieta no predominan los pescados y los productos ecológicos o frescos de buena calidad, lo mejor es suplementar. Un buen producto de aceite de hígado de bacalao o de aceite de krill será excelente para tratar de equilibrar el ratio omega 3- omega 6 y generar así beneficios para la salud.
Pero existen además otros contextos relacionados con el rendimiento deportivo que pueden precisar de la inclusión de este tipo de suplementos en las rutinas.
Por ejemplo, tras una rotura de fibras a nivel muscular se recomienda elevar en uno o dos gramos al día el aporte de omega 3. Así se promueven las rutas metabólicas que median la regeneración del tejido, acelerando la vuelta a la práctica de ejercicio físico.
En el caso de que existan ciertas patologías con base inflamatoria la suplementación puede estar muy indicada también.
En la actualidad cada vez abundan más las enfermedades que afectan al tubo digestivo, como el síndrome del intestino irritable y la colitis ulcerosa. Ambas cuentan con un proceso inflamatorio y su manejo se vería beneficiado a partir de un consumo de omega 3 superior.
¿Qué aceite de krill compar?
A continuación os dejamos un aceite de krill recomendable que sin duda os servirá para todo lo tratado en el presente artículo.
- Proceso de extracción en frío, que mantiene intacta la estructura molecular natural del aceite
- Omega-3 unido de forma natural a fosfolípidos, altamente biodisponible
- Cápsula de gelatina de pescado que conserva de forma óptima el aceite
- Sin olor ni sabor a pescado, no produce reflujo ni retrogusto
- Pesca respetuosa con el medio ambiente
Aceite de krill, un suplemento saludable
Ayuda a mantener la homeostasis en el medio interno y a reducir la incidencia de muchas patologías crónicas y complejas.
Pero para sacarle el máximo partido habrá que optimizar la dieta y moderar el aporte de omega 6, reduciendo el consumo de ultraprocesados de tipo industrial.
Referencias bibliográficas
- Guo, X. F., Tong, W. F., Ruan, Y., Sinclair, A. J., & Li, D. (2020). Different metabolism of EPA, DPA and DHA in humans: A double-blind cross-over study. Prostaglandins, leukotrienes, and essential fatty acids, 158, 102033.
- Simopoulos A. P. (2016). An Increase in the Omega-6/Omega-3 Fatty Acid Ratio Increases the Risk for Obesity. Nutrients, 8(3), 128.
- Elagizi, A., Lavie, C. J., O’Keefe, E., Marshall, K., O’Keefe, J. H., & Milani, R. V. (2021). An Update on Omega-3 Polyunsaturated Fatty Acids and Cardiovascular Health. Nutrients, 13(1), 204.
- Gioxari, A., Kaliora, A. C., Marantidou, F., & Panagiotakos, D. P. (2018). Intake of ω-3 polyunsaturated fatty acids in patients with rheumatoid arthritis: A systematic review and meta-analysis. Nutrition (Burbank, Los Angeles County, Calif.), 45, 114–124.e4.