En los últimos años el deporte ha experimentado un increíble crecimiento en lo referente a su difusión y demanda por parte de la sociedad. Fruto de esto, el entrenamiento de las diferentes modalidades deportivas ha evolucionado en busca de una mayor especificidad, tratando de abandonar los sistemas de entrenamiento tradicionales basados eminentemente en deportes individuales (6). El fútbol no ha permanecido ajeno en absoluto a esta evolución, ya que hablamos del que probablemente sea el deporte más popular del mundo, popularidad que ha hecho que también sea uno de los deportes más estudiados desde el punto de vista científico (8).
Dentro del entrenamiento en fútbol, los juegos reducidos o SSG (Small Sided Games en terminología anglosajona) han cobrado un gran protagonismo, al tratarse de juegos con una orientación a la mejora de la condición física, pero que incluyen componentes técnico-tácticos específicos del deporte (1). Este protagonismo ha provocado que la comunidad científica les esté brindando una gran atención (2).
¿Qué son exactamente?
Para situarnos en que son los juegos reducidos, diremos que son “juegos en áreas reducidas, que a menudo usan reglas adaptadas en los que participan un menor número de jugadores que en el juego reglamentario de fútbol” (3). Entre sus ventajas, además del hecho de que permiten trabajar a la vez aspectos técnicos, tácticos y físicos, se encuentra la mayor especificidad que aportan, ya que se introduce el balón como medio de trabajo. Esto repercute a su vez en una optimización del tiempo de entrenamiento y en una mayor motivación por parte de los jugadores (4), lo cual puede ser a su vez una ventaja especialmente en los jugadores jóvenes, ya que la mejora de las habilidades específicas de un deporte está relacionada con la frecuencia con la que este se practica (5).
¿Cómo utilizarlos?
A pesar de sus ventajas ya comentadas, y de que actualmente el uso de los juegos reducidos se encuentra muy extendido, no existe un claro consenso sobre que variables se pueden modificar, y como hacerlo, en función del objetivo que el entrenador quiera fijarse. En este artículo se tratará de despejar algunas de estas dudas.
Para ello, nos basamos en el estudio realizado por Aceña (1), en donde se revisaron algunos de los efectos fisiológicos, cinemáticos y técnico-tácticos que se produjeron al modificar variables en diversas investigaciones:
- Dimensiones del espacio de juego: Un mayor espacio implica un aumento tanto de variables cinemáticas (distancia total cubierta, velocidad máxima, frecuencia de sprints…) como de variables fisiológicas (frecuencia cardiaca o percepción subjetiva del esfuerzo).
- Presencia de porteros: La presencia de porteros generó un aumento de la distancia total cubierta por parte de los jugadores, pero una menor frecuencia cardiaca. En este sentido, la utilización de porterías pequeñas puede ser un buena opción, cuando se quieran simular condiciones técnico-tácticas del fútbol sin disminuir la intensidad del ejercicio (4).
- Presencia de un jugador “comodín”: La presencia de comodines produjo en el equipo con superioridad una disminución en la distancia total recorrida, así como en la intensidad y velocidad de los desplazamientos.
- Demarcación de los jugadores: El establecer posiciones específicas se muestra como un buen estímulo si se quieren trabajar aspectos tácticos, pero parece ser insuficiente a nivel cinemático, ya que los jugadores realizan sus desplazamientos más cerca de su demarcación, especialmente los jugadores del centro del campo.
- Número de jugadores por equipo: La reducción del número de jugadores produce un incremento de la carga fisiológica sin afectar negativamente a la ejecución técnica.
- Límite de contactos con el balón: Si se limitan los contactos se provoca una mayor carga fisiológica. En concreto, el establecer una limitación de dos toques (control y pase) produjo una frecuencia cardiaca media mucho mayor y un mayor número de aceleraciones. Por su parte, si se juega a toque libre se produce un mayor número de duelos individuales y mayor éxito en acciones técnicas, así como un descenso en rendimiento en acciones a alta intensidad.
- Métodos continuos vs intermitentes: Se producen más acciones y a más intensidad utilizando métodos intermitentes.
- Conformación de los equipos: Si se forman los equipos en función de aspectos fisiológicos, y no tácticos, se obtiene un aumento en la distancia total recorrida y en la distancia recorrida a gran velocidad. Estos grupos de trabajo se pueden establecer en función de resultados obtenidos con la realización de test de condición física, siempre específicos del deporte.
¿Y para los jóvenes?
Como ya se ha dicho anteriormente, los juegos reducidos se perciben como una buena herramienta a utilizar con los jugadores jóvenes debido a su factor motivante, pero ¿se han estudiado sus efectos?. La respuesta es sí, y para ello acudimos en concreto al estudio realizado por Sánchez-Sánchez y colaboradores (8). En dicho estudio, se estudiaron los efectos de aplicar un programa de entrenamiento con juegos reducidos sobre la técnica y la condición física en futbolistas de 12 años. Dicho entrenamiento constó de 15 sesiones de 40 minutos de duración, con una frecuencia de dos veces por semana, y los resultados mostraron que:
- Se obtuvo una mejora significativa en la conducción, el regate, la capacidad aeróbica y la agilidad.
- No se obtuvo mejora en la fuerza explosiva del tren inferior.
Conclusiones
A lo largo del artículo se han mostrado algunas de las variables susceptibles de modificar en los juegos reducidos por parte de los entrenadores, así como los efectos que han tenido estas modificaciones en diversos estudios. En resumen, los juegos reducidos se han mostrado como una buena herramienta a implementar en los entrenamientos, y sus beneficios se dan tanto en deportistas jóvenes como adultos.
No obstante, cabe señalar que para efectuar estas modificaciones no existen actualmente “recetas”, ya que no hay un grupo o equipo de futbolistas igual a otro. Esto hace que en ocasiones haya una falta de consenso entre diversos estudios, lo que “puede inducir a pensar que la carga física asociada a una actividad puede no ser el resultado de un solo parámetro, sino más bien producto de la combinación de todos aquellos factores utilizados en su diseño” (8). De esta manera, la figura del entrenador cobra un papel fundamental, ya que en su mano está el saber conjugar las diferentes modificaciones posibles para poder incidir en los aspectos que se quieren mejorar. (1). Para ello, deberá tener un conocimiento profundo de las tareas que se propongan, y tener claro el objetivo a conseguir mediante su control y estandarización.(6)(7).
Por último, señalar que desde aquí no se quiere alentar un uso “indiscriminado” de los juegos reducidos, ya que si bien se han mostrado sus ventajas en algunos aspectos, se debe seleccionar objetivamente el método de trabajo más adecuado para cada fase de la temporada. En este sentido, algunos autores abogan por el uso de los juegos reducidos como una base para el entrenamiento, que debe ser complementada con un trabajo más específico si quieren satisfacer las grandes demandas que exige la competición. (6).
En conclusión, los juegos reducidos se muestran como una herramienta útil a utilizar en los entrenamientos pero no como un medio perfecto, y el confiarse y darles un uso excesivo puede ocultar déficits específicos (3)(7).
Bibliografía
- Aceña, A. (2013). Juegos en espacio reducido: Efectos de la modificación de aspectos estructurales e influencia en parámetros técnico-tácticos condicionales. FútbolPF: Revista de Preparación Física en el Fútbol, (8), 31-41.
- Aguiar, M., Botelho, G., Lago, C., Maças, V., y Sampaio, J. (2012) Journal of Human Kinetics, 33, 103-113.
- Campos, M.J. (2012). Consideraciones para la mejora de la resistencia en el fútbol. Apunts. Educación Física y Deportes, (110), 45-51.
- Casamichana, D., Castellano, J., González-Moran, A., García-Cueto H., y García-López J. (2011). Demanda fisiológica en juegos reducidos de fútbol con diferente orientación del espacio. Revista Internacional de Ciencias del Deporte, 8(23), 141-154.
- Impellizzeri F.M., Marcora S.M., Castagna C., Reilly T., Sassi A., Iaia F.M., y Rampinini, E. (2006). Physiological and Performance Effects of Generic versus Specific Aerobic Training in Soccer Players. International Journal of Sports Medicine, 27(6), 483-492.
- Mena, E., Paredes, V., y Portillo, L.J. (2014). Análisis comparativo de las demandas físicas en juegos de espacio reducido vs competición real en fútbol. FútbolPF: Revista de Preparación Física en el Fútbol, (11), 1-9.
- Owen, A.L., Wong, D.P., Paula, D., y Dellal, A. (2012). Effects of a Small Sided Games training intervention on physical performance in elite professional soccer. Journal of Strength and Conditioning Research, 26(10), 2748-2754.
- Sánchez-Sánchez, J., Yagüe, J.M., Fernández, R.C., y Petisco, C. (2014). Efectos de un entrenamiento con juegos reducidos sobre la técnica y la condición física de jóvenes futbolistas. Revista Internacional de Ciencias del Deporte, 10(37), 221-234.