Año nuevo, vida nueva, nuevos objetivos, nuevas propuestas…
Aunque pasen 365 días más, las propuestas de año nuevo suelen ser similares a las del año anterior (estoy decidido a perder peso; este año voy a entrenar más; dejo de fumar; voy a dedicar más tiempo a mi familia, etc.), principalmente, porque no somos capaces de cumplirlas. ¿Por qué motivo?
El secreto está en nuestra mente, más concretamente, en el modo en el que afrontamos las cosas, o mejor dicho, en qué focalizamos nuestra motivación a la hora de conseguir nuestro objetivo.
¿Hacia dónde focalizo mi motivación?
Cualquiera de nosotros conoce al típico deportista que solo disfruta de ganar a los demás, o en cambio, aquel que simplemente busca superar sus propios límites. Esto es lo que se conoce en la psicología deportiva como la orientación motivacional. Esta consta de dos perfiles:
- Orientación a la tarea: la demostración de habilidad se basa en la superación personal y el esfuerzo.
- Orientación al ego: la habilidad se basa en la comparación con otros y vencer a los demás.
Ahora, párate 10 segundos a pensar detenidamente cuál es tu orientación, y en las próximas líneas trataremos las causas y consecuencias de esa elección.
¿Y cuál es mejor?
Para empezar, no es una elección, es decir, que estés más orientado a la tarea o al ego depende de tus experiencias pasadas, ya sea, en tu club deportivo, en las clases de educación física, etc. En definitiva, de tu educador (entrenador, profesor, padres y compañeros) porque son ellos quienes generan el clima para que esas experiencias se den, además de reforzar ciertas conductas. Pero, en cierto modo, la orientación de meta puede reconstruirse por las intervenciones o por las influencias ambientales (1).
En cuanto a las consecuencias varían en función de tu orientación.
Básicamente, aquellos más orientados hacia la tarea evalúan su participación en el encuentro deportivo, no en función de los resultados de la competición, sino en función de su actitud hacia la misma, el esfuerzo, la entrega y la mejora personal (1). En otras palabras, cuando un corredor cruza la meta en una carrera que no ha ganado, pero con una sonrisa de oreja a oreja porque lo ha dado todo.
Mientras que los orientados al ego, generan expectativas relacionadas con la victoria en la competición, ser el mejor y derrotar a los demás (1). Esto resulta peligroso porque no siempre se gana por diferentes motivos (estado de forma, meteorología, mala suerte), y cuando esto sucede repetidamente se puede llegar al abandono deportivo porque no se encuentra ningún disfrute en la práctica. Además, los casos de dopaje se encuentran en este perfil porque están convencidos de ganar a los demás a toda costa.
Por último, tenemos una combinación de ego y tarea. Esta se encuentra en los deportistas de élite, los cuales quieren ganar a los demás (ego), pero saben que la única forma de ganarlos es superándose a uno mismo (tarea).
A nivel sociodemográfico, están más orientados a la tarea las chicas, los deportistas más jóvenes, los más persistentes y los practicantes de deportes individuales. Viéndose rasgos más ego en chicos, deportistas más mayores, aquellos que no entrenan tanto y en deportes colectivos (2).
Conclusiones
- La orientación esta predeterminada por nuestras experiencias, pero es modificable en cierta medida.
- La orientación tarea basa el éxito en la superación de uno mismo, mientras que la ego en la superación de las demás.
- Los patrones más adaptativos son la orientación tarea porque el disfrute depende de uno mismo y no de los demás, y la combinación de ego y tarea. Siendo el menos adaptativo el ego porque el disfrute es dependiente de los demás.
Bibliografía
- Cecchini, J. A., González, C., Carmona, A. M., y Contreras, O. (2004). Relaciones entre clima motivacional, la orientación de meta, la motivación intrínseca, la autoconfianza, la ansiedad y el estado de ánimo en jóvenes deportistas. Psicothema, 16, 104-109.
- Moreno, J.A., Cervelló, E., González, D. (2007). Analizando la motivación en el deporte: un estudio a través de la teoría de la autodeterminación. Apuntes de Psicología, 25, 35-51.
