En este artículo se hablará de cerebro y confinamiento y se presentará cómo la privación de ejercicio físico en el confinamiento está afectando al cerebro de los deportistas y se darán pautas para combatirlo.
Cerebro y confinamiento: Neurociencia de la privación del ejercicio físico
Llegaron las noticias del coronavirus desde China, posteriormente Italia, otras zonas… y llegó aquí… Y todo se paró: la circulación, la educación presencial,… y aparece una orden pública: confinamiento obligatorio.
De repente, de un día para otro, toda aquella temporada, los entrenamientos, la preparación para competiciones cercanas, otras más lejanas… las Olimpiadas… Todo se para y hay una orden sublime: «Quédate en casa«.
Se han cerrado los grifos de gran parte de la libertad de todos y, entre éstos, de los deportistas. Por un bien común, ciertamente, pero eso no elimina los efectos de la situación de confinamiento en mente y cuerpo. Y la pregunta es: ¿qué le pasa al deportista que debe cumplir esa orden y no puede realizar su actividad físicodeportiva de la forma estaba acostumbrado? ¿Qué pasa con sus rutinas,… con su cabeza,… con su cuerpo? Veamos cuáles son los efectos del confinamiento en mente y cuerpo a nivel cerebral, la relación entre cerebro y confinamiento.
«Los hombres deberían saber que nada más que por el cerebro vienen alegrías, gozos, risas y deportes, duelo, abatimiento y lamentación».
Hipócrates, 400 aC
Cerebro y confinamiento ¿Qué beneficios se pierden al no realizar ejercicio físico?
Existen muy pocos estudios que hayan analizado el efecto de la privación de ejercicio físico en deportistas, la relación entre cerebro y confinamiento, Szabo (1998) en su trabajo reflexiona sobre algunos de los motivos que pueden explicar este hecho. Por lo tanto, el primer punto a desarrollar y a entender es qué beneficios aporta el ejercicio físico en cuerpo y mente que, en confinamiento, pasarán a no tener o será en menor medida.
La realización de ejercicio físico mejora el sueño y el bienestar cognitivo, anímico y mental (14). Asimismo, habitualmente aporta recompensas neurobiológicas durante y después de su realización. Este fenómeno incluye efectos centrales (mejora del afecto, sedación y bienestar) y efectos periféricos (disminución del dolor) (2).
Asimismo, la práctica regular de ejercicio físico aporta respuestas positivas como el incremento de la capacidad funcional, la autonomía, el estado de ánimo, la autoestima y la autoeficacia. Además, éste y su adherencia no solo modula el rendimiento, sino también la salud mental.
El ejercicio está asociado con una mayor síntesis y liberación de neurotransmisores y factores neurotróficos, y estos aumentos pueden estar asociados con neurogénesis, angiogénesis y neuroplasticidad (Figura 1) (8).
Existe evidencia de que el ejercicio físico promueve cambios en el cerebro humano debido al aumento en el metabolismo, la oxigenación y el flujo sanguíneo en el cerebro (1).
Además, el ejercicio físico modula los principales neurotransmisores del SNC (Figura 1) que están asociados con el estado de alerta de un individuo (norepinefrina), el sistema de placer y recompensa (dopamina) y el nivel de ansiedad (serotonina).
Además, los cambios en los niveles de estos neurotransmisores pueden tener diferentes consecuencias dependiendo del tipo o tipos de receptores y las áreas corticales que se activan (Sarbadhikari y Saha, 2006). Otros factores neuroquímicos que pueden liberarse durante las actividades físicas incluyen opioides y endocannabinoides, que promueven una sensación de euforia y bienestar, efectos ansiolíticos, sedación y disminución de la sensibilidad al dolor (2).
Otros neuromoduladores (Figura 1) que se activan con el ejercicio agudo son factores tróficos. Estudios han demostrado que los niveles de expresión del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), factor de crecimiento similar a la insulina (IGF-1), factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), neurotrofina-3 (NT3), factor de crecimiento de fibroblastos (FGF) -2), el factor neurotrófico derivado de la línea de células gliales (GDNF), el factor de crecimiento epidérmico (EGF) y el factor de crecimiento nervioso (NGF) parecen aumentar junto con las intervenciones de ejercicio. Además estos factores tróficos actúan como factores de supervivencia, proliferación y maduración en células específicas en el cerebro (3).
Además, al unirse a sus receptores específicos, los factores tróficos pueden promover la activación de las vías de señalización activando las proteínas Ras/Raf, P13K (proteína 13 quinasa)/Akt (proteína quinasa B) y la proteína de unión al elemento de respuesta AMPc (CREB). En el SNC, los factores tróficos pueden actuar como moduladores y ser modulados por neurotransmisores, que pueden desempeñar un papel importante en la determinación del nivel de cognición y comportamiento de un individuo (12).
También, se ha encontrado que las personas que reciben entrenamiento físico tienen niveles más bajos de cortisol tanto en reposo como en respuesta a un factor estresante que las personas sedentarias (7). Estos cambios pueden estar asociados con una respuesta inmune mejorada (13).
¿Qué experimentan mente y cuerpo cuándo no pueden hacer ejercicio?
El estado funcional del deportista en los diferentes periodos de su actividad física profesional o no profesional es un proceso de cambios dinámicos, el cual incluye tanto los componentes psicológicos como los físicos (6).
La salud mental del deportista está relacionada con su habilidad para controlar emociones, manejar el estrés y hacer frente a las lesiones y a los excesos de entrenamiento y competiciones (10).
Como vemos, pues, si nos centramos en el tema principal, cerebro y confinamiento, todo lo expresado en el punto anterior desaparece en gran parte o disminuye, si se sigue realizando algo de actividad física, ya que altas tasas de inactividad física imposibilitan conseguir los beneficios del ejercicio (4).
A nivel general, algunas características que se presentan con la inactividad son (5):
- Disminución de la actividad cerebral
- Decremento de la vitalidad, energía…
- Aumento de la tensión muscular
- Incremento de la actividad simpática
- Aumento de los niveles de ansiedad, estrés y depresión
- Incremento del estado emocional negativo: confusión, ira, fatiga…
Si, además, el estado de inactividad se prolonga aparecerán cada vez más cambios psicofisiológicos empeorando el estado general del deportista y afectando negativamente a la relación cerebro y confinamiento.
Es importante decir que aún será más perjudicial para aquellos deportistas para los cuáles el hecho de ser privados de continuar con su actividad física en la cantidad que su cuerpo estaba acostumbrado les provoca síntomas graves de síndrome de abstinencia; dando a entender así que padecen de adicción a su actividad física o deporte (5).
Conclusiones sobre cerebro y confinamiento
Así pues, con respecto a cerebro y confinamiento, teniendo en cuenta todo lo comentado con anterioridad, en primer lugar, es importante entender y digerir esta información para comprender cómo el confinamiento está afectando a nivel cerebral a todos aquellos que son deportistas. Y darse cuenta que necesitarán de tirar o crear nuevos recursos para afrontar situaciones, desfogarse… o para sentir el placer y bienestar que sentían antes realizando su deporte o actividad física.
En segundo lugar, es imprescindible que, durante este tiempo de confinamiento, todos, pero sobre todo los deportistas, los cuales están acostumbrados a realizar grandes cantidades de ejercicio físico, establezcan rutinas para llevar a cabo actividad física relacionada, tanto en modalidad como en intensidad, a la que realizan normalmente intentando recrear al máximo su entorno. También se pueden hacer visualizaciones para enviar señales motrices y emocionales al cerebro y así seguir con algunos de los beneficios de su práctica deportiva también a nivel mental y no solo físico.
Finalmente, comentar que, de esta manera, siguiendo estas pautas, el deportista estará, no solo manteniéndose en forma, sino que seguirá sintiendo gran parte de los beneficios, o el máximo de ellos, evitando sentir al máximo las consecuencias de la inactividad o la privación del ejercicio físico.
Referencias bibliográficas
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- Sarbadhikari, S. N. i Saha, A. K. (2006): Moderate exercise and chronic stress produce counteractive effects on different areas of the brain by acting through various neurotransmitter receptor subtypes: a hypothesis. Theoretical Biology and Medical Modelling, 3, 33.
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