Todos aquellos que nos dedicamos a la preparación física sabemos que el ciclismo es uno de los deportes más exigentes, pero sobretodo, de los más monitorizados donde la tecnología e I+D permite seguir aumentando el rendimiento deportivo a pequeños pasos.
Se ha visto una clara evolución en el control de la intensidad, pasando de los cuentakilómetros a los monitores de frecuencia cardiaca (pulsómetros) y terminando con los medidores de potencia. Esto permite controlar cada vez un mayor número de variables para obtener más información sobre el deportista y sus capacidades físicas. Además, se sigue innovando en otras ciencias como la biomecánica, nutrición, materiales, etc.
Sabemos que esta modernización en el ciclismo aporta mejoras en el rendimiento de los deportistas, pero ¿hasta dónde llega este límite?
¿Existe realmente ese límite?
Aquellos que siguen el ciclismo de cerca o, en concreto, el pasado Tour de Francia fueron testigos del increíble rendimiento del ciclista británico, Chris Froome, en la 10ª etapa en La Pierre de Saint Martin, donde fue capaz de superar a los mejores ciclistas del momento con una ventaja de varios minutos, cuando las diferencias suelen estar en segundos.
Como era de esperar, las voces más escépticas no tardaron en pronunciar las palabras “Dopaje”, “Tramposo”, “Dopaje mecánico”, “De otro planeta”. Entonces, como respuesta para acallar los rumores Froome accedió, el 4 de diciembre en la revista Esquire, a difundir sus datos obtenidos en las diferentes pruebas realizadas en laboratorio, una vez terminada la ronda francesa.
En cuanto a la composición corporal, para 1,85m de altura y 69,9Kg (3 más que en el tour de Francia) 61,7Kg eran masa libre de grasa y 6,7Kg masa grasa.
A nivel fisiológico, una persona sedentaria posee niveles de VO2max de 35-40ml/kg/min. Un deportista activo ronda los 50ml. Uno entrenado los 60ml. Y los ciclistas profesionales 70 o más. Como se veía venir, el ciclista británico obtuvo unos valores de 88,2ml/Kg/min, casi nunca vistos en el GSK Performance Lab donde se le realizaron las pertinentes pruebas.
Hablando de potencia, su potencia pico en un test incremental fue de 525w, o sea, 7,51w/Kg. Pero la cosa no acaba ahí, fue capaz de sostener 419w durante 40 minutos, en otras palabras, 6,25w/Kg.
Para ser del todo transparente, el ciclista británico también mostró los resultados de su analítica sanguínea del día anterior a la escabechina de la 10ª etapa, manteniéndose en valores normales para ser un ciclista profesional.
Conclusiones
En resumen, los valores obtenidos por el ciclista británico muestran el motivo por el que es un ciclista profesional, además de dejar sorprendidos a científicos del deporte como a los ciclistas de a pie, los cuales tratan de imitar entrenamientos de deportistas de este calibre sin poseer sus mismas capacidades.
Nunca se puede afirmar al 100% que un deportista está exento de cualquier acto antideportivo, pero si este tipo de acciones transparentes se llevaran a cabo en los diferentes deportes, sería un gran paso para reducir los casos de dopaje, que aunque sean muy mediáticos en el ciclismo, otros deporte como el atletismo presentan 4 veces más casos.
Bibliografía
Moore, R. (2015). The hardest road. Extraído [En línea] el 05/12/2015.